Apenas 48 horas y a pocos meses para que finalice su mandato. Pero finalmente se anuncia la visita de un presidente de Estados Unidos tras 15 años de "silencio", desde que George Bush pasó factura a Rodríguez Zapatero por no levantarse en un desfile ante la bandera de su país, retirar las tropas españolas de Iraq y lanzar un alegato en un viaje a Túnez para sugerir al resto de los gobernantes europeos que, también ellos, ordenaran el regreso de sus tropas.

Obama ha mantenido una relación correcta con Zapatero, al que incluso recibió en la Casa Blanca, pero nunca encontró ocasión de verle en Madrid a pesar de sus viajes frecuentes a Europa; con Rajoy fue más correcta todavía, pero sólo ahora se ha fijado fecha para la visita. Que se haya concretado porque Obama quiere ofrecer así su respaldo público a un Rajoy necesitado de afectos o que haya influido la relación personal que mantiene Obama con su embajador en nuestro país, o que Obama quería responder a la invitación que le formuló Felipe VI en su encuentro en la Casa Blanca, o que habían pasado muchos años desde la última visita de un presidente a la Base de Rota... eso es algo que pertenece al secreto del sumario. El hecho es que Obama llega a Sevilla y que el sábado estará en Madrid, donde mantendrá importantes encuentros con el Rey y con el presidente del Gobierno. Y conocerá a los dirigentes de la oposición, Sánchez, Iglesias y Rivera, invitados al almuerzo que ofrece el rey Felipe. Se ha puesto mucho el acento en esa invitación, cuando en el reinado de don Juan Carlos siempre se invitaba a las cenas y almuerzos con visitantes extranjeros al líder de la oposición y a los portavoces de los grupos parlamentarios.

Llega Obama en un momento especialmente delicado para Europa, para la OTAN y también para su país, conmocionado por los sucesos de Dallas. Pero llega también cuando la UE vive con angustia el triunfo del Brexit, se enfrente a una grave crisis de refugiados en la que tendrá un papel destacado la OTAN y además se libra la guerra contra el Estado Islámico, que convulsiona a todo el mundo.