Tomás garcía

Doctor en Biología

La fuente perdida del Patio de Banderas

La hermosa pila abandona su enclave originario hace tres lustros a la espera de su reposición

Las aguas procedentes de Alcalá de Guadaíra a través de los Caños de Carmona y las provenientes del Manantial del Arzobispo en el antiguo Camino de Carmona abastecían antaño a las fuentes sevillanas. Éstas adquieren vida propia a partir de la época renacentista y se convierten por sí mismas en manantiales de belleza y de placer en patios, jardines y plazas. Muchos de estos artísticos surtidores que servían de abastecimiento público a la ciudad serían desmontados por diversos motivos desde finales del siglo XIX en plazas como la de San Lorenzo, la Alfalfa, Pilatos, el Duque, el Museo, el Salvador, Villasís, la Contratación, el Duque de Veragua, San Marcos, el Pumarejo, Montesión, el Triunfo o Santa Ana. La Alameda de Hércules contenía seis pilares con cuatro caños cada uno que servían de colector principal, todos desaparecidos o trasladados como la volandera Pila del Pato que hoy descansa en la Plaza de San Leandro.

El Patio de Banderas procede en origen del patio de armas de la Casa del Gobernador erigida en época del califa omeya Abderramán III (s. X), que se puede considerar como antecedente del Alcázar de Sevilla y de la cual sólo resta una puerta cegada en la calle Joaquín Romero Murube. La migración de su hermosa fuente central en la primera década del presente siglo fue debida a las prospecciones arqueológicas realizadas entre 2009 y 2014 por el equipo dirigido por Miguel Ángel Tabales. Estas intervenciones sacan a la luz restos de edificaciones pertenecientes a las distintas culturas que ocuparon el lugar, desde asentamientos del s. IX a. C. hasta la actualidad, no hallándose indicios de complejos religiosos paleocristianos ni de la basílica visigoda nombrada previamente por varios investigadores como lugar de enterramiento del erudito obispo hispalense San Isidoro.

El conjunto marmóreo de la fontana ausente del Patio de Banderas fue diseñado en los prolegómenos de la Expo 29 por José Lafita Díaz, autor también de la situada en la Plaza Virgen de los Reyes. Presentaba taza elevada con surtidor y mar hexagonal sobre una superficie de seis lados con una columna en cada esquina, las cuales quedaban unidas con cadenas. El resto del rectángulo central de la plaza se mantiene cubierto con albero, delimitado por losas de Tarifa y una doble hilera de naranjos agrios (Citrus aurantium) en alcorques de ladrillo que se conectan unos con otros a través de canalillos a la manera del Patio de los Naranjos de la Catedral. La hermosa pila abandona su enclave originario hace tres lustros a la espera de su reposición, que debería efectuarse con prontitud para que no caiga en el olvido como otras tantas que perdimos a lo largo de los tiempos. Las fuentes son connaturales a Sevilla, pues el fluir de sus aguas alegra el ambiente y provoca el canto de los pájaros que acuden a ellas bajo la sombra de venerables árboles, invitándonos a rememorar nuestros azules días infantiles bajo los cadenciosos acordes de sus tintineos cristalinos.

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