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Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El más hermoso regalo de Reyes

Esta lección de amor y alegría es el más hermoso regalo que se nos hace la mañana de Reyes

Un año dejamos de hacer el recorrido por las casas de los abuelos para recoger lo que los Reyes han dejado allí. Y otro ya no vamos a las de los padres. Algunos de los muebles o recuerdos de las casas de nuestros abuelos pasaron en su día a las de nuestros padres cuando lo que para ellos fueron sus casas paternas se desmontaron; y ahora, desmontadas también las de nuestros padres, están en las nuestras como su recuerdo está en nuestros corazones .

Una cierta tristeza egoísta intenta colarse en la mañana feliz de Reyes. Hay que cerrarle el paso con desinteresada decisión. Ahora somos nosotros los abuelos o los padres y en nuestras casas debe haber tanta felicidad como la que nosotros encontramos en las de nuestros abuelos y nuestros padres cuando ellos habían perdido a los suyos. Tendrían sus recuerdos, y sus penas, pero para ellos era mucho más importante la felicidad de sus hijos y sus nietos. Es más, su felicidad era la de ellos. Hay que aprender de esta lección de generosidad, de amor y de total carencia de egoísmo que hizo tan luminosas y felices nuestras mañanas niñas de Reyes. Nos parece hoy, recordándolas, que estaban todos, que no faltaba nadie. ¡Y claro que les faltaban personas queridas a nuestros abuelos y padres! Pero la alegre presencia de sus nietos y de sus hijos era más importante que la tristeza de las ausencias de sus abuelos o sus padres. Nos dieron, mañana de Reyes tras mañana de Reyes, una de las lecciones más importantes que la vida puede dar: vivir para los otros, alegrarse con sus alegrías, ilusionarse con sus ilusiones. Eso que se llama empatía: identificarse con otro sintiendo sus sentimientos como propios.

Nada más alegre que la alegría de un anciano, nada más luminoso que su sonrisa, nada más generoso que su capacidad para sentir como propia la felicidad de los otros. Es más alegre y luminosa que la alegría o la risa de los niños porque ha sido puesta a prueba por la vida. Es más auténtica porque no responde a la satisfacción de sus deseos, sino a la de los de los demás. Quienes aún tenéis la suerte de disfrutar de abuelos y padres, aprended de ellos esta lección para que cuando el día de mañana vuestra casa sea la última de una generación, la mañana de Epifanía sea en ella tan feliz y luminosa como fueron las suyas cuando vosotros erais niños. Esta lección de amor es el más hermoso regalo de la mañana de Reyes.

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