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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Qué hizo la grandeza de Luis León

La llevaron sus costaleros obedeciendo a Luis y mandó Luis obedeciendo a la Esperanza

Para saber qué representó Luis León en Sevilla, por qué se le dedicó la calle en que está la casa de su hermandad del Amor, por qué tantos han sentido tanto su fallecimiento, y así descartar que se trate de otra exageración de esta ciudad tan dada a las exageraciones, basta preguntarse qué representa la Macarena en las vidas de tantos miles de sevillanos. La hermandad de Luis, en el sentido de pertenencia a juntas de gobierno en las que llegó a ser teniente hermano mayor, fue la del Amor. Había que verle -tan corpulento, tan aficionado a hacerse pasar por un vociferante ogro, tan excesivo- limpiando a su Cristo del Amor con una ternura y una delicadeza que contradecían la forma en que tantas veces, rugiendo, hacía justicia a su apellido.

Los homenajes que en vida recibió y el sentimiento que su muerte ha producido tienen que ver con el nacimiento de los hermanos costaleros, la dedicación a su hermandad del Amor, la severa elegancia con que llevó el poderoso cuerpo de su Cristo tantas noches de Domingo Ramos... Pero sobre todo por darle a la Esperanza lo que Bejarano dio al Gran Poder: el andar exacto que añadió perfección a lo perfecto. La airosa levedad, la alegre seriedad, la recia elegancia popular sin adornos burgueses de beatería o cursilería y la cuerda locura que la Esperanza Macarena expresa y contagia: todo podría resumirse en la difícil contención del exceso al que la Macarena siempre invita. El exceso es Ella. Todo debe contenerse en su entorno para que sea ese exceso que la Macarena es en sí misma quien mande. Todo se ordena a Ella para que todo sea Ella.

Le bordó Juan Manuel el mejor ajuar -palio, mantos, sayas, corona- que ninguna Virgen tenga para que se difumine en torno a Ella como una temblorosa aura de gloria, como una irradiación del milagro de su cara. Así la llevaron sus costaleros obedeciendo a Luis y así mandó Luis obedeciendo a la Esperanza, para que todo fuera solo Ella. ¿Quién va a ver a la Macarena para admirar su ajuar o la forma en que la llevan? Sobran adornos y alardes. Basta Ella. Comprenderlo, haciendo más macarena a la Macarena, más ingrávida y a la vez más poderosa, más seria y a la vez más alegre, conteniendo todo exceso para que solo el exceso que Ella es nos arrebate, apareciéndose como un milagro, pasando ante nosotros como un sueño y arrastrándonos irresistiblemente en su estela, hizo la grandeza de Luis León.

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