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Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

La imperdonable chacota de la sirenita de Igualdad

Seguiremos pagando haber permitido que esta panda nos gobierne y ose reírse de los efectos perversos de una ley

Ángela Rodríguez, secretaria de Estado en el Ministerio de Igualdad.

Ángela Rodríguez, secretaria de Estado en el Ministerio de Igualdad. / M. G. (Madrid)

Una de las sirenitas del Ministerio de Igualdad, vulgo Sindicato de las Ofendiditas por Todo, ha provocado una fuerte marejada en las aguas embravecidas de por sí de la (bajuna) política nacional. La señora, alzada al machito de una Secretaría de Estado y que responde al nombre de Ángela Rodríguez, es un insulto a las víctimas de violaciones. Encarna el modelo perfecto de la trivialidad, la banalidad, la baja estofa y todas las expresiones análogas que se quieran. La ley estrella de su ministerio rebaja penas y excarcela a los delincuentes, una chapuza imposible de maquillar, pero ella se ríe, se acuerda de un chiste y, naturalmente, se vuelve a reír. Jajajá. Y el coro de vírgenes necias (lean la parábola algunos antes de escandalizarse) le celebra la gracieta. Un día tildan a los jueces de machistas y al siguiente se ventilan con carcajadas el efecto perverso de una ley. ¡Pista que va la artista!

No hay capacidad ni interés en hacer un análisis de la ineficacia de la Ley de Violencia de Género, vigente desde 2004; no hay capacidad para admitir que las mejores medidas serían las sociales y educativas, pero exigen tiempo; no hay interés en oír en bucle cuanto dicen los policías nacionales, que están en la calle encima del problema y conocen las verdaderas deficiencias del sistema. La secretaria de Estado se ríe con un descaro que provoca náuseas. Esta gente desahogada, que cuando se trata de enjuiciar a los demás no admiten ningún matiz, se atreven en cambio a hacer chacota nada menos que de la excarcelación de violadores. Son un insulto para miles de mujeres que se abrieron paso contra grandes adversidades, que se han ganado el puesto con la fuerza del coraje y no con la exigencia de cuotas o que, por supuesto, han sido maltratadas, vejadas o asesinadas. Estas sirenitas no conocen la vergüenza, son pijas a costa del Estado, vividoras del márquetin de la ideología de género (que no de la igualdad), cultivadoras de un odio que alimenta el frentismo que necesitan para seguir en la poltrona como marquesonas de estética de diseño.

Cuando son cazadas en errores graves se defienden como hienas echando mano de una suerte de código de respuesta urgente. Ven machistas, fascistas y derechistas todos los días en horario de mañana y tarde. Son la reinterpretación de El Estado soy yo en versión La Igualdad soy yo. Esta panda está a un paso de denunciar una “conjura machista que si a nosotras honra a ellos les envilece”. No tienen perdón. Si no fuera por la gravedad del asunto podríamos reducirlas a una viñeta. Seguiremos pagando haber permitido que estas irresponsables hayan llegado tan alto. Parte de culpa tendremos. Han capitalizado la igualdad como otros hicieron con la bandera nacional. Igualitos.

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