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Fernando Díaz del Olmo

Catedrático de la US y Académico Correspondiente de la RAC

Una lanza por Doñana otra vez

¿Otra vez repetir que el humedal de Doñana necesita agua para su conservación?

Hen 1976, José M. Rubio rompía "una lanza" por la conservación de Doñana en los medios de comunicación y en sus clases de Geografía Física. Parece mentira, pero nuevamente, 46 años después, hay que volver a la reivindicación. Entonces Doñana había sido declarado Parque Nacional (1969) por el franquismo. Pensábamos que quedaba mucha política medioambiental por hacer en aquella sociedad poco sensible con la Naturaleza. Cinco decenios después "lo medioambiental", transformado en sostenibilidad, convive entre nosotros. El Parque Nacional fue ratificado por la democracia (1978). ¿Cómo se explica que hoy hay que seguir defendiendo a Doñana? Lamentablemente la respuesta es la misma que en 1976 pues siguen activas dos grandes amenazas: la nunca olvidada carretera costera Huelva-Cádiz, actualmente dormida en algún cajón; y la recurrente desecación de lagunas y marismas reactivada desde mediados del decenio pasado. En los años 70 la desecación acuciaba al Parque desde tres vértices: por el Este, avanzaba el arrozal; por el Sur, la urbanización de Matalascañas; y por el Oeste se perfilaba el siniestro Plan Almonte-Marismas. La insostenible ruina hídrica que significaba este desarrollo agrario y la desorbitada presión del nuevo complejo urbano-turístico, se consiguieron detener parcialmente, ampliándose el Parque y reforzando el papel del Estado al frente de la gestión de Doñana. Los ecosistemas, aunque maltrechos, pervivieron. El reconocimiento internacional llegó: Reserva de Biosfera (1980), Sitio Ramsar (1982) y Diploma Europeo (1985). Doñana se convirtió en referente mundial de la conservación y el turismo de naturaleza. Eran los tiempos del Patronato con el vicepresidente del Gobierno o los ministros a la cabeza. Llegamos al siglo XXI. La planificación aumentó (PDS, Potad, PORN y PRUG) y también la legislación (RD-Ley Doñana 2005, Ley END), pero la desecación continuó implacable, ahora desde el Norte. No se ha hecho la restauración hídrica superficial (el cauce del Guadiamar) y la sobreexplotación del acuífero aminora las descargas hídricas en el Parque y la Reserva. Hoy que estamos en plena campaña electoral, con todos los partidos pretendiendo "progreso", conviene recordar que "En la Naturaleza (...) Todo cuanto sea conservar el medio es progresar; todo lo que signifique alterarlo esencialmente, es retroceder" (Miguel Delibes, 1976, El sentido del progreso desde mi obra, p. 49). Mientras, en el Parlamento de Andalucía aguarda un Plan de Ordenación de Regadíos, o sea, legalizar las extracciones de agua y usos agrícolas en anteriores parcelas forestales, que de prosperar, sancionaría la sobreexplotación de los recursos hídricos en Doñana (Patrimonio de la Humanidad 1994), que la ha llevado al crítico estado de sequía. ¿Otra vez repetir que el humedal de Doñana necesita agua (superficial, subsuperficial y subterránea) para su conservación?

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