La ciudad y los días

carlos / colón

El león de Podemos

SI es cuestión encargar un vídeo o una película de propaganda es más útil recurrir a un profesional de reconocida creatividad que a un pegaplanos. La propaganda es un artificio de seducción para vender un producto, en este caso un partido y un líder, que requiere una elaborada estrategia comunicativa. Lo sabían los del Politburó cuando, por consejo de Trotski, encargaron a Eisenstein El acorazado Potemkin (que se iniciaba con unas palabras del propio Trotski, censuradas y eliminadas cuando fue purgado en 1929). Lo sabían Goebbels y Hitler cuando encargaron a Leni Riefensthal El triunfo de la voluntad y Olimpia. Lo sabía Mussolini cuando su hijo cinéfilo Vittorio produjo con Alessandrini y Rossellini Luciano Serra, piloto. Hasta Franco lo sabía, cuando escogió a Sáenz de Heredia para que dirigiera Raza.

Cuando la televisión sustituyó al cine la agencia Doyle, Dane & Bernbach fue un factor decisivo en la victoria de Johnson sobre Goldwater en las elecciones de 1964 gracias al spot pacifista, conocido como Daisy en la historia de la propaganda por la niña que aparecía en él. En España UCD acertó en el 77 con el vídeo de Habla, pueblo, habla y el PSOE -con la ayuda de Pilar Miró- tuvo buen tino utilizando la estupenda marcha proletaria de Morricone para Novecento y el recurso de las ventanas que se abrían, una tras otra, mostrando diferentes paisajes idílicos. Después todo se fue haciendo más vulgar o rutinario. Hasta que la propaganda de Podemos sustituyó el capitalista león de la Metro por el podemita León de Aranoa.

Haciendo caso de su querido Lenin, que dijo aquello de "entre todas las artes, el cine es para nosotros la más importante", Podemos ha recurrido a Fernando León de Aranoa para hacer, no un vídeo, sino todo un largometraje que ayer se estrenó en las salas comerciales. Este director, guste más o menos su obra, tiene talento y prestigio reconocidos por seis Goya, una Concha de Oro y un premio a la mejor dirección en Valladolid. La elección, dada la dimensión social y política de sus películas y hasta su propio look, es perfecta. Y el resultado dicen que es interesante. Lo contrario de los catastróficos vídeos de Ciudadanos (el bar que parece una parodia de Cuéntame) y del PP (Rajoy entre Forrest Gump y el Correcaminos). O Albert y Mariano se ponen las pilas propagandísticas o, entre películas inteligentes, periodistas serviles y televisiones amigas, nos venezualizan .

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