TIEMPO El último fin de semana de abril llega a Sevilla con lluvia

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Doble fondo

Roberto Pareja

La letra y la música

EL sentido común, el menos común de los sentidos, está ganando últimamente terreno y un milagro parece al alcance de la mano: ¿será verdad que Rajoy y Rubalcaba van a ser capaces de sustanciar su sospechosa voluntad de acuerdo y dejar aparcadas sus respectivas inquinas obviando ese ancestral odio africano que se profesan sus respectivas aficiones (la Marca España lleva la polarización en sus genes) para ir de la mano a la cumbre europea de finales de mes y convencer a nuestros más o menos comprensivos socios de que es cuestión de vida o muerte que el crédito fluya de una puñetera vez para quitarnos la mortaja? Parece factible que las lanzas entre PSOE y PP se hagan cañas ahora que Europa nos ha puesto duros deberes, como a esos malos alumnos a los que algunos educadores del franquismo ponían pesados rimeros de libros en ambas manos como penitencia. Aunque Rajoy carga además con la de su desencantado mentor, que no sólo le atiza con la vara de vez en cuando sino que amaga con volver a tomar las riendas de la clase para que vuelva a ir bien y convertir a los burros en ingenieros y que el más tonto haga relojes.

Bienvenida pues sea la sensatez, cuya procesión fue jalonada ayer con la confirmación de la expulsión del PP como acusación popular de Gürtel, todo un monumento al oxímoron, pues en realidad defendía a ese ex tesorero que tantas alegrías ha repartido entre la dirección del PP. Y es de bien nacidos ser agradecidos. Ya te digo, que por mi Bárcenas, mato.

¿Se impone la sensatez? Pues no del todo. El gran problema es que ahora que PP y PSOE parecen entrar en razón, los estómagos vacíos se multiplican y al hambriento (de lo que sea) le cuesta ser racional y se ve impelido a echarse al monte y a hacer cosas de las que seguramente se arrepentirá. El mismísimo Alfonso Guerra por algo dice que ante las miserias de la crisis, la gente va a reaccionar de una manera nada pacífica.

Pero que no cunda el pánico. Pasará el tsunami y las aguas volverán a su cauce. Si el mensaje seminal del punk era que no hay futuro y hoy día es otra suculenta marca registrada para hacer caja, menos porvenir tiene tratar de dar una vuelta de tuerca a este país, nada punk y muy folclórico para colmo.

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