QUIERO exponer y expongo una opinión muy particular y en la que creo firmemente. Se trata de dudar de la dogmática afirmación de que Palop ha sido el mejor portero de la historia del Sevilla. Cada vez que se toca la portería sevillista sale a relucir un liderazgo histórico bajo el argumento de la cantidad de títulos que contribuyó a ganar de forma indiscutible, bien con sus aciertos desde los once metros o con aquel cabezazo en Donetsk.

Reconociéndole los indudables méritos al gran portero valenciano no puedo menos que recordar a otros grandes guardametas en la historia del Sevilla. No vi a Guillermo Eizaguirre y, por tanto, paso palabra, no opino de lo que supuso en el equipo sevillista y también en la selección nacional a pesar de la contemporaneidad del gran Ricardo Zamora. Sí vi, sin embargo, a José María Busto y mis pupilas de niño se agrandaban viéndolo parar en la pradera del viejo Nervión.

Más de tres lustros de titular indiscutible en un equipo que ganó la Liga, una Copa y dos subcampeonatos son marcas muy considerables y para mi gusto fue el mejor de cuantos vi guardando la portería del Sevilla. Luego hay que recordar a Paco, brillantísimo tras ser fundamental en la huida de Segunda del 75 y, cómo no, hay que hacer hincapié en otro Paco, Buyo. El gallego cumplió una etapa fantástica en el Sevilla de Cardo y también hay que tenerlo muy en cuenta.

Volviendo a esa incuestionabilidad que se le da a Andrés Palop hemos de convenir en que, efectivamente, ha sido el portero más laureado a pesar de no haber vestido la casaca de España, pues, curiosamente, fue campeón de una Eurocopa sin ser internacional. No quiero caer en pecado de dogmatización y le reconozco al valenciano los muchísimos méritos que atesoró en el Sevilla, pero también conviene recordar que hubo un pasado y gente muy principal que lo escribió.