Casi un cuarto de siglo después, la leyenda no sólo continúa, sino que se agranda de manera sorprendente. Y resulta que aquel 22 de octubre del año 2000 va a reverdecerse este mediodía en el mismo sitio. En el mismo sitio y a la misma hora, aquel mano a mano inolvidable cobrará vigencia mediante el monumento a uno de sus protagonistas. Como en el Paseo Colón, Curro Romero en bronce junto a la placita de carros donde nos hizo soñar por última vez. Como aquel día, el eterno Faraón vestido de corto y parando el tiempo con el capote. Y dicen que con su compañero de aquel día acompañándolo en un acto tan especial. Casi un cuarto de siglo ha pasado, el tiempo no discurrió en balde y hoy en La Algaba va a revivirse una fecha que pasó a los anales del toreo con carácter de trascendente por la sensación de orfandad que desde entonces invade al currismo.