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¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Y al mono va

Mientras Sevilla y Echenique se encadenaban al ficus, la verdadera tropelía se cometía en Ramón Carande

El adefesio desarbolado de Ramón Carande.

El adefesio desarbolado de Ramón Carande.

EL sevillano sapiens viene del mono y al mono va. Lo ha demostrado este verano de calores antiguos, como en el 36, y modernos, como los que profetiza la agenda 2030 que comanda Lilith Verstrynge, señorita de TBO femenino, como señoritos fueron Engels, Fidel y Sartorius. La querencia del sevillano a sus orígenes biológicos lo ha demostrado, decíamos, este verano con sus querencias arborícolas, metamorfoseando el edénico ficus de san Jacinto en una inmensa serpiente de verano en la que ha habido de todo: idealismo, demagogia, miedo apocalíptico, oportunismo, circo mediático, trepidantes giros de guion... Pocas veces se ha visto tan claro cómo los temas que parecen sencillos a vista de dron adquieren una complejidad de hormiguero cuando se les aplica el microscopio de la razón. Muchos sintieron la llamada del clarín cuando supieron que el viejo ficus, el que daba un contrapunto antediluviano a la soberbia fachada de los perros de Dios, iba a ser talado; pero muchos fueron también comprendiendo, con el paso de los días, los argumentos de los que defendían su apeo. Los hijos de los santos Domingo y Tomás nunca se tomaron la razón a chota. En medio de todos, la figura de Antonio Muñoz, sombra hamletiana con su calculadora de votos. Al final el árbol fue sometido a una eutanasia interruptus y se han salvado sus muñones de piel de elefante en los que, dicen, volverá a reír la primavera con rebrotes de esperanza.

Pero mientras Sevilla y Echenique se encadenaban a lo Thyssen al tronco de San Jacinto, en la avenida Ramón Carande se cometía la verdadera tropelía con mucho menor impacto mediático. Trece hermosas y jóvenes tipuanas, generosas surtidoras de sombra, eran ejecutadas a mayor gloria de ese tumor arquitectónico, resumen del feismo soviético y la avaricia neoliberal, que está creciendo en los limes del Porvenir. A esta ciudad, como diría un hombre serio, se le está perdiendo el respeto, y le pellizca las nalgas el primer promotor con puro y chistera que pasa por la calle.

Hagamos un ejercicio desolador. Demos un paseo por la avenida Alcalde Juan Fernández (desconozco si su nombre ha sido censurado), con sus tipuanas veteranas y sus jardines comunales. Un túnel de frescor con aires de tardofranquismo y Transición. Después vayamos a Ramón Carande, nacida ya libre y moderna en democracia y progreso, como aquellas niñas a las que sus padres con trenca ponían Libertad. Finalmente dirijámonos al bar y meditemos. ¿Qué estamos haciendo mal?

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