La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La intimidad perdida de Sevilla
QUEDA meridianamente claro que las redes sociales, o sumideros asociales, son las flores que adornan el jardín en que estamos instalados. Si no existieran, posiblemente habría que inventarlas para no fenecer de aburrimiento. Lo mismo sirven para denostar al considerado enemigo que al muy querido amigo, tanto da que da lo mismo, pero, decididamente, hay que convenir que sin ellas la vida no sería lo que ahora es.
¿Cloaca o jardín? He ahí la cuestión. Viene a colación esta reflexión en negro sobre blanco por la tremenda polvareda ocasionada por la foto de Mel entrando el sábado en el Sánchez Pizjuán. Foto facilitada por la televisión oficial del Sevilla y que ha llevado a que tanto tirios como troyanos bramen contra el competente entrenador ex bético. Es una foto morbosa, ya que coincide la presencia de Tremoulinas, lo que mueve al engañoso vodevil de qué hacían juntos.
Foto que tiene todos los perejiles para la alimentación de ese morbo tan habitual en las redes sociales, o cloacas asociales, tanto da. Béticos hubo que bramaron como si se hubiesen sentido cornudos por un día y sevillistas que no se explicaban cómo podía hollar dicho personaje lugar tan sagrado. Como si fuera la primera vez que se produjera el terrible suceso de que un presunto bético o sevillista fuese a ver un partido al campo del rival, pero está visto que hoy todo se desvirtúa.
Es como lo del que ha colgado en Twitter una foto de Gordillo jugando con camiseta sevillista. ¿Cuántas veces ha pasado eso en cualquiera de los partidos benéficos que se organizan? Y se pone en duda la filiación de gente que, no se olvide, es profesional y tampoco conviene olvidar que la profesión es de las pocas circunstancias que pueden dejar en segundo plano la vocación. Mel se ha explicado, pero mejor que no pierda el tiempo porque el personal oye sólo lo que quiere oír.
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