AMANECE este martes un nuevo Día D en la muy plagada de días así como registra la atribulada vida del Betis, por siempre Real Betis Balompié. Que las cosas no van como se creía cuando fueron expulsados del templo personajes para el olvido es algo indudable. No sé si sin el infortunio de la muerte de Gómez Porrúa, la vida verde, blanca y verde hubiese discurrido más prósperamente, pero lo cierto es que la cosa no ha sido la deseable.

Las designaciones de la impagable Mercedes Alaya no fueron acordes con la firmeza de sus decisiones. Bosch no resistió los embates recibidos y Estepa no ha mostrado estar mínimamente capacitado para conducir algo tan complejo como este Betis. Un Betis asaeteado desde fuera e inoperante desde dentro ve cómo el día de hoy bien debiera convertirse en punto de inflexión para que la vida pasase a ser del gusto de la innumerable y descontenta clientela que le sigue.

¿Será cierto que habrá un día en que el beticismo vaya de la mano? Ese día se convertiría en lo que le corresponde y no eso de ahora, en que se juega contra la Llagostera o el Almería te mete cuatro en un rato y en tu propia casa. El Betis, ese Betis que una tarde se amotinó en un 15-J para el recuerdo en el que no hubo cabida para deserciones ni sectarismos, tiene ante sí el reto de recomponer las fracturas que sufre y dejar las pelillerías en beneficio propio, en el de todos los béticos.

Ya sé que hasta que el equipo no vuelva a su sitio natural, las disensiones van a continuar, pero en este 9-D hay que convenir que al club lo dirigen hoy recién llegados aún inocentes que merecen un voto de confianza y la ayuda de todos. Toda esa sopa de letras que conforman FH, LJB, PNB o BPV debe mezclarse para que, tras agitarse convenientemente, den el resultado de un plato digerible llamado Real Betis Balompié. Hoy es el día, no lo desaprovechen, que quizá no haya otro.