¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Florido erial
Los hay que se han pedido el día libre, otros que han cambiado sus reuniones o rutinas de trabajo y otros que no se han despegado del grupo familiar de wassap (que no miran nunca)... porque sus niños o niñas se examinaban de Selectividad. Y que no van a descansar hasta el próximo jueves cuando salgan las notas. ¿Ellos no se examinaron ya en su día? ¿Es una operación a vida o muerte?
Hay teorías encontradas sobre si estamos criando una generación de cristal o si estos adolescentes nuestros son los más fuertes de la historia, los más formados y que han tenido que vivir una crisis económica y una pandemia. Lo que es indudable es que los niños son el fruto de la educación que reciben y estamos llegando a extremos que no deberíamos.
Basta con preguntar en privado a los profesores de los institutos. Y con leer algunos de los mensajes que los padres ponen a los profesores en el Pasen, la aplicación de la Consejería de Educación. La presión que soportan es tal que no se atreven a dejar a un alumno con una sola asignatura suspensa.
Porque entonces el alumno no puede presentarse a la Selectividad en la convocatoria ordinaria, con lo que supone eso para la adjudicación de plazas en la Universidad. Los padres se han puesto manos a la obra ¿para ayudar a sus hijos a aprobar? Nooo, qué va. Para acudir a la Delegación Territorial de Educación y pedir medidas cautelares con las que matriculan al hijo o hija en la Selectividad a pesar del suspenso.
Han llegado tantas reclamaciones a la Inspección Educativa que ya las están echando para atrás, con el consiguiente respaldo al profesorado que ha entendido que el estudiante no estaba suficientemente preparado.
Evidentemente, las generalizaciones son erróneas; hay de todo en la categoría de padres y madres, pero se está implantando un modelo que, entiendo, perjudica a nuestros hijos. Quitarles cualquier golpe es lo natural para un progenitor pero tal vez deberíamos reflexionar si no es mejor que se hagan callo en lugar de meterlos en una burbuja.
Los universitarios españoles triunfan en Europa, están preparados, son sociables y permeables a aprender. A ver si nos vamos a cargar una cosa buena que tiene el sistema.
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