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Un 'pelotazo' largamente esperado

EN las últimas semanas ha habido dos acontecimientos, en principio contrapuestos, que han revolucionado a la comunidad seriófila. Por un lado, el cierre de Megaupload y las consecuencias que la posible caída en cascada de servidores podría tener para cientos de miles de serieadictos -algo así como que en la era del Ipad nos devolvieran a los tiempos del Spectrum 48k-. Por otro, y a pesar de lo anterior, el visionado masivo en la red, antes de su estreno, de una de las series que huelen a sensación del año, Smash, disponible sin duda como estrategia de promoción de la cadena. Emitida el lunes por la NBC, todo apunta a que será el gran éxito que necesita desesperadamente este canal en abierto estadounidense, que tanto se ha equivocado últimamente con la ficción. La mayoría de críticos de referencia, tanto en este lado del Atlántico como en el otro, le han dado su aprobación. En algunos casos entusiasta y en otros contenida. El de Time se pregunta si será la nueva El Ala Oeste de la Casa Blanca o el nuevo Studio 60, ambas geniales obras de Sorkin para la misma casa pero con dispar resultado de audiencia. Y aunque todo el mundo señala que no tienen tanto que ver, nadie se escapa de la tentación: es imposible referirse a Smash sin hablar de su némesis, del rival -más en términos de éxito comercial que de calidad- con el que viene a acabar. Y no es otro que Glee, de Fox.

Con la contención que se debe tener para enjuiciar una serie tras haber visto sólo su piloto -aunque en la mayoría de ocasiones la primera impresión es la válida-, Smash parece más adulta y menos ligera que Glee. Nos mete en el apasionante proceso de creación de un musical de Broadway, nada menos que sobre la vida de Marilyn, y especialmente en la dura competencia entre dos actrices que sueñan por hacerse con el papel que las convertirá en estrellas. No se podía haber elegido a dos protagonistas más distintas y complementarias, por un lado la voluptuosa Meagan Hilty, a priori prototipo ideal para encarnar a la tentación rubia, y por otro la morena Katherine McPhee, cuyo personaje nos presentan como el de una camarera de Iowa en busca de un sueño imposible, aunque estamos ante una de las grandes sensaciones de American Idol de hace un lustro. Ni que decir tiene que ambas cantan como los ángeles. En el reparto también sobresalen Debra Messing, supuesta protagonista y estrella de Will y Grace y Angelica Houston, como productora del musical.

De momento, 11,5 millones de espectadores convirtieron el estreno en el programa más visto de esa franja horaria el pasado lunes. Habrá que seguir atentos. Por lo visto hasta ahora, merecerá la pena.

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