La profecía de Vizcaíno Casas

En en año 1978 se vendieron 325.000 ejemplares de '…y al tercer año resucitó'

04 de enero 2023 - 10:07

No sé si contar la historia o autoinculparme ante la Comisión Territorial de Memoria Democrática. En la casa donde mis padres vivieron sus últimos años, con vistas al mar Mediterráneo y las frecuencias musicales del tren Cercanías que une Málaga con Fuengirola, he encontrado una auténtica reliquia. Un libro con una fotografía de Franco y una frase que le atribuyen: "No se os puede dejar solos". El autor es Fernando Vizcaíno Casas y su título …y al tercer año resucitó.

Era la undécima edición en seis meses, con 325.000 ejemplares vendidos. Es posible que en 325.000 hogares alguna vez haya habido un ejemplar de este libro. Un trabajo ímprobo para la Comisión Territorial de Memoria Democrática dar con esos ejemplares para su particular Farenheit 451. El valor del libro que encontré no es ése. Me lo firmó su autor, 4 de julio de 1978, con una afectuosa dedicatoria y una caricatura de sí mismo. El libro lleva otra firma, la de mi padre, junto a la fecha en que acabó de leerlo, 12 de octubre de 1978.

...y al tercer año resucitó lo editó Planeta en la colección Fábula junto a obras como La soledad del mánager y Cómo liquidaron el franquismo en dieciséis meses y un día, de Manuel Vázquez Montalbán, o Señoras y señores, de Juan Marsé. Una convivencia ideológica impensable en estos tiempos de cultura excluyente y cancelada con la que Planeta quería abrir sus puertas a "aquellos escritores que, frente al inmovilismo mental al uso, ofrecen un ejemplo constante de imaginación creadora y anticonvencional".

Tres días después de mi encuentro con Vizcaíno Casas me incorporé al servicio militar, al Centro de Instrucción de Reclutas Santa Ana de Cáceres. Lo completé en Madrid, donde simultaneé la milicia con el periodismo. Recuerdo una entrevista a Emilio Romero llevando mi tres cuartos que debió usar alguien en Annual de los lamparones que tenía; la noche de imaginaria que pasé leyendo el libro de Ian Gibson sobre el asesinato de García Lorca; la llamada desde un teléfono del cuartel a Carmen Martín Gaite para entrevistarla; o la sorpresa al descubrir durante la presentación en el Ateneo de Madrid de Gárgoris y Habidis que un hijo de Sánchez Dragó era compañero en el cuartel del paseo de la Castellana.

A Vizcaíno Casas no le iban a dar el Nobel por ese libro que fue un éxito editorial en Buenos Aires. En su primer capítulo aparecen Alberti, Paco Rabal, la Pasionaria, Ramón Tamames y hasta el padre Xirinacs. El libro que he recuperado 45 años después sí tiene un valor profético. Franco ha terminado resucitando. Los españoles que dejaron de leer a Vizcaíno Casas se habían olvidado de Franco, al que ahora han rescatado con tantas pragmáticas para borrar su memoria hasta de la vajilla de las embajadas. Los que conocieron la clandestinidad saben que todo lo que sea prohibir viene acompañado de un perfume de mitificación, de acercamiento a lo prohibido.

Lo escribe Griñán en sus estupendas Memorias: "Me hubiera gustado escribir que los españoles conquistamos las libertades derrotando a Franco. Pero no fue así". Vizcaíno Casas era abogado laboralista y jugaba al ajedrez con su amigo comunista Antonio Buero Vallejo.

stats