OBJETOR irredento de la fiebre hasta el empacho de sacar las imágenes a pasear por motivos nimios o incomprensibles, no tengo más salida que la de aplaudir con todas mis fuerzas lo que significó el viacrucis del lunes. Primer lunes de cuaresma, viacrucis de las cofradías y tarde de primavera temprana para mayor lucimiento de acto tan cuaresmal. Indudablemente, la elección del Cristo del Museo fue una medida acertadísima y bien que lo agradeció Sevilla con la forma en que acompañó a la gran imagen de Marcos Cabrera. Anunciábamos en la víspera lo que podía suponer la visión de Cristo expirando de Castelar a Molviedro o entrando en su plaza por la cara sur. Momentos insólitos que se vieron correspondidos con creces a la hora de la verdad por un público tan numeroso como ortodoxo, todo tan a compás para la reconciliación con algo que nos repele.
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