DOLOROSO el estreno liguero para varios equipos que vieron estupefactos cómo los pronósticos se torcían de forma lamentable. Así les pasó a los dos colosos, que arrancaron la competición sumidos en sendas pájaras de no te menees. La del Barça llegó con el acompañamiento de una sobredosis de infortunio; la del Real Madrid apareció como una maldición, tanto por el sitio como por unas debilidades que se han hecho crónicas. Dolorosos ambos inicios, como doloroso debió ser para un Athletic Club que es lo que es, nada que ver con la historia, y doloroso estreno para Betis y en cierta medida para el Sevilla.

No quiero decir que la cantidad de dolor sobrevenido en este arranque sean idénticas, claro que no. Pero si para el Betis es el anuncio de otro año parecido al de los tres anteriores, para el Sevilla no puede ser satisfactorio haberse dejado en las cunetas de Cantabria dos puntos que estaban en la mochila. Pero la mochila se abrió inopinadamente y se esfumó gran parte de un botín que se correspondía con las expectativas suscitadas en torno del equipo. Tanto amor por el toque puede conllevar el peligro de que el equipo se descafeíne y pierda el plus de agresividad y la pegada que se le reconoce. Tocar es bueno, claro, pero siempre que esté claro el objetivo y su camino.

Lo del Betis sorprende menos, sobre todo por la obligada alineación. Puede contestarse que si con esa, aun limitada, alineación no se es capaz de derrotar a un Recre plagado de bajas, apaga y vámonos. Pero es que resulta que, dolorosamente, lo del Betis es así, de apaga y cierra la tienda. Parece surrealismo que con un campo abarrotado bajo un sol achicharrante, el equipo sea lo que es. Dijo León que con los fichajes de última hora, todo queda en manos de los técnicos. Ocurre que los técnicos se dirán también que esos fichajes debieron venir para jugar y no sólo para ser presentados en sociedad. ¿Es que la primera jornada no es de esta Liga?