Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

El relevo

La política se ha convertido en un juego de poder en el que lo único importante es retenerlo

El momento más delicado en una empresa, sobre todo en las que tienen un carácter familiar, pero no solo, es el relevo generacional. Es un lugar común en las escuelas de negocios que en ese paso se juega el futuro: si se hace bien, la continuidad durante una generación más está asegurada en la mayoría de los casos; si sale mal, los gestores, los trabajadores y los acreedores pueden estar seguro de que lo van a tener complicado y la propia supervivencia de la empresa estará en cuestión en pocos años.

En la empresa de todos que es España el relevo generacional nos ha salido mal. Se puede afirmar con rotundidad y los hechos lo confirman. Los últimos años, de profunda inestabilidad, han sido los de los nuevos líderes políticos y los de la ruptura del bipartidismo. El pacto de coalición entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, 48 horas después de las elecciones del 10 de noviembre, demuestra hasta qué punto se puede mantener por ambos una cosa y la contraria con pocos días de diferencia. Es por ahora el último episodio que corrobora la deriva de la política española. Más allá de la bondad o maldad intrínseca del acuerdo -habrá, como en todo, opiniones para todos los gustos-, lo que llama la atención es la enorme carga de cinismo del que está revestido.

Pero sorprenderse por esto empieza a estar fuera de los tiempos. Mucho me temo que no hemos hecho más que empezar y que a partir de ahora la adecuación de los intereses generales a los particulares - no otra cosa es lo que se escenificó el martes en Madrid- va a ser norma general sin necesidad de que además se den demasiadas explicaciones.

Es un problema de los liderazgos. Los dirigentes que protagonizaron la Transición y sus consecuencias han sido ya barridos por la historia. La nueva generación, formada plenamente en democracia, ve la política como un juego de poder en el que lo importante es la capacidad de maniobra para retenerlo y todo lo demás es accesorio. Es un fenómeno que se ha incrustado tanto en los dos grandes partidos que protagonizaron la consolidación del sistema constitucional como en los nuevos que han venido a recoger el descontento que se había instalado en la sociedad española.

De Felipe González hemos pasado a Pedro Sánchez y de Adolfo Suárez a Albert Rivera. Es la deriva de los tiempos. El relevo generacional de los que tiene que sacar adelante a España se ha hecho y sus consecuencias están ya a la vista. Esperemos que no se carguen la empresa.

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