La ciudad y los días

Carlos / Colón

... Que así es la rosa

07 de marzo 2014 - 01:00

PRIMER… Primer viernes… Primer viernes de marzo… A la tercera va la vencida. Mejor dejarlo. Porque el vencido, en este caso, soy yo. Intento escribir sobre el primer viernes de marzo que para muchos de nosotros es primitivo y Nazareno; sobre estos primeros días tibios y luminosos tras tantas semanas desapacibles; sobre promesas que de seguro se cumplirán dentro de 37 días… Pero no puedo, lo siento. Será que ya tengo pocas razones para esperar.

Lo más sólido se tambalea, lo más hermoso se afea, la brújula se desnorta, la cura se hace herida. Se confunde la seriedad con la tristeza, la alegría con la vulgaridad, la elegancia con la cursilería, la originalidad con el capricho, la devoción con la beatería, la espontaneidad con la grosera falta de respeto. Donde menos cabe esperarlo suenan Margot -pobre, querido y respetado Turina: ¿qué han hecho contigo?-, La muerte de Ase o Mektub. Es lo que algunos interpretan como la cumbre de la recuperación histórica, la elegancia y la cultura. Finuras del dedo chico disparado que delata al cursi que se da aires. Para pocas letras, mejor ninguna.

¡Y las nuevas marchas…! ¡Y las bandas que parecen creer que los pasos salen para que ellas se luzcan, como si las sagradas imágenes fueran los figurantes de una ópera en la que la banda es la prima donna que deja a todos pasmados con sus solos y filigranas! ¡Y los priostes que creen que las imágenes han sido esculpidas para lucimiento de sus amanerados talentos! Y no me vengan con el brigada Rafael o con Ojeda, que eran otra cosa en otra ciudad y otra Semana Santa.

Lo clásico es lo nacido en el tiempo de plenitud de una cultura y lo perfecto es lo que no puede mejorarse porque ha alcanzado el mayor grado posible de excelencia. ¿Y la búsqueda de la perfección? Sólo concierne a quienes no la han alcanzado. Y en nuestra Semana Santa, afortunadamente, hay (o había) perfecciones sobre las que nadie debería poner la mano. "¡No le toques ya más, que así es la rosa!". Las hermandades que han cuajado sus formas en el tiempo deberían ordenar a los nuevos priostes que se limitaran a repetir lo ya hecho en fidelidad a la perfección alcanzada. Siempre ad maiorem Dei gloriam, y no a la suya.

No es así, por desgracia. Manosean la rosa. "Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" escribió Schiller. En sevillano: contra la estupidez el propio poder de las imágenes lucha en vano.

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