La ciudad y los días

carlos / colón

13, rue de la Comisión de Patrimonio

DEBERÍA instituirse un Oscar, un Nobel o un Príncipe de Asturias del humor sólo para que la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico lo ganase. Porque las criaturas, las cosas como son, tienen más salero y buena sombra que la obra completa de los Quintero prologada por Paco Gandía y anotada por Chiquito. Esta bendita comisión que nos alegra los días con sus ocurrencias ha emitido un informe desfavorable sobre el puente que uniría Torneo y la Cartuja, proyecto promovido por el Ayuntamiento, a causa de su impacto sobre el Monasterio de Santa María de las Cuevas y el Pabellón de la Navegación, ambos Bien de Interés Cultural.

Irresistible. Descacharrante. Digno de Groucho, de Jerry o de Woody. Digno de Jardiel Poncela, de Álvaro de la Iglesia o del Vázquez de 13, rue del Percebe. Digno de Torrente, con Jesulín y Esteso incluidos. Digno de la murga de Regaera, del Marqués de las Natillas y del Conde de las Cabriolas. Digno de ese maestro del humor negro que es el secretario general de UGT-Madrid que vociferaba mandando "a su puta casa" al gobernador del Banco de España mientras le atizaba a su tarjeta opaca. Digno de la doña Paca de Miguel Caiceo que decía lo que muchos hemos repetido al saber del veto de la Comisión: "¡Yo no tengo ganas de ná, de ná más que de morirme". Porque la cosa es para morirse de risa o de cabreo, según como coja el cuerpo. La Comisión que no apreció impacto alguno en las setas alfredianas y en la torre Pelliseirín, lo aprecia en el puente cuyo diseño aún ni tan siquiera se ha concretado.

¡Qué arte! ¡Qué vista de lince cuando las propuestas son del PP y qué ceguera de topo cuando son del PSOE! La torre no impacta, las setas tampoco, pero el puente sí. Que torre y setas fueran proyectos de un Ayuntamiento socialista y el puente lo sea de uno popular debe ser una casualidad. No sean mal pensados. Como lo fue que esta Comisión -no lo olvido- vetara la reforma andalucista de la plaza de San Pedro, instando a que se respetara en alturas y materiales su fisonomía, y no mucho después aprobara la reforma de la plaza de San Lorenzo que eliminó su isla central, igualó sus suelos y la cubrió de losas grises quitándole relieves y adoquines. Que esta reforma se hiciera cuando el Ayuntamiento había pasado del PA al PSOE era, por supuesto, una casualidad. Como lo del puente, la torre Pelli y las setas. Artistas que son.

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