La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La Mina es una mina de felicidad en las tabernas de Sevilla
Ni siquiera la serie Cuéntame? ¿Ni un capítulo, aunque sólo uno sea, de El Ministerio del tiempo? Qué pavor da cuando la ignorancia se pone brava. No hace falta preguntarle a la abuela, este país sabe muy bien qué significa que manden los chulos, los infames, los soberbios. Armados. Con pistolas y con cinturones de castidad. Persiguiendo maestros (inciso: Pemán fue un adorable señor mayor y un muy poco adorable joven y, sí, El campesino fue un asesino en nombre de los parias de la tierra). Y más, hubo republicanos de derechas perseguidos por el franquismo. Y monárquicos, aunque no al principio del régimen y no con la misma saña. Si no me creen porque piensan que esto es opinión y no información, acudan a Santos Juliá, háganse un favor y no se ensucien la boca con bulos. Los buenos historiadores hablan desde los datos, lo suyo no es especulación.
Hubo gentes de derechas republicanas como Niceto Alcalá Zamora, que lo tenemos fácil acercarnos a su casa-museo de Priego. Acudan a Andalucía en la Historia, revista indispensable y espero que indiscutible, y esa imagen del expresidente sentado en un banco de Buenos Aires, enjuto, tan distinto al orondo y morenazo señor presidente. Hay y hubo una derecha culta, liberal. Federalista. Otra cosa es que no se la escuche, al menos en el Parlamento y de un tiempo a esta parte. La izquierda europea se ha pasado media vida pidiendo perdón por la Primavera de Praga, los jemeres rojos o la revolución cultural maoísta, aunque no hubieran nacido muchos de quienes militaban en sus filas. Me extraña que la derecha española actual no se desmarque de un pasado dictatorial que no debería afectarles como próximo. Se saltan cuarenta años y van directamente al terrible asesinato de Calvo Sotelo. Mejor acudir al otro Calvo Sotelo, ese presidente discreto que bailó con la más fea ( el 23-F) y le dijo a su sobrina, Mercedes Cabrera, cuando fue nombrada ministra de Zapatero: que no se te note mucho que eres muy lista. Cabrera es historiadora, de la escuela de Santos Juliá e íntima de Jorge Martínez Reverte. Que artículos se ha ahorrado Casado (me imagino a cualquiera de ellos dándole un bofetón magistral sin despeinarse ni insultar) porque ninguno de los dos puede afearle ya esa patada a la Historia, esa traición a la derecha democrática. Esa ofensa a mi abuelo, a mi padre, señores conservadores y nunca franquistas. Aunque no se trata de MI historia ni la de la suya, sino de la Historia como asignatura: de la noción básica de democracia que algunos se han saltado porque más que salir de clase (esa serie horrible pero que tan buenos actores nos ha dado) no llegaron a entrar. O eso parece. En Alemania un presunto plagio en un libro está haciendo tambalear la carrera de Annalena Baerbock, la candidata de los Verdes a la Cancillería. Por comparar.
También te puede interesar
Lo último