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El periscopio

El síndrome de María de la O

ENCONTRAR la media naranja, ese ajuste perfecto entre caracteres y circunstancias, es algo tan improbable como conseguir meter toda el agua del mar en un hoyito en la arena. Al menos, lo es encontrar a ese alma gemela y complementaria al azar; en una banca de la facultad, en la barra de un bar, en una estación de tren, en una cena de amigos comunes. Algo en gran medida aleatorio. La estadística no tolera tanta casualidad. Sucede sin embargo que la gente, por lo general, no quiere estar sola, desea tener hijos y "estabilidad", y para conseguir tales afanes entramos en el mercadeo más o menos explícito de emociones y asuntos materiales, una negociación a largo plazo cuyo éxito va por barrios. Las agencias de contactos funcionan viento en popa, porque filtran algunas incompatibilidades flagrantes que, a pesar de serlo, pasan desapercibidas por la ceguera del amor inicial. No garantizan nada, pero pueden desactivar bombas de relojería.

Más allá de la base reproductiva y del teórico aseguramiento de la actividad sexual que está en origen de la pareja (Kant: Unión de dos personas de distinto sexo para posesión recíproca de sus facultades sexuales durante toda la vida, normalmente el sábado por la noche, según es vulgarmente convenido), la mejora de las condiciones de vida ha hecho del matrimonio algo opcional, y nos casamos más tarde, nos divorciamos más -aunque la crisis une mucho- y hay cada vez más gente que decide permanecer sola. Existe toda una Economía del Matrimonio, de la que se desprenden hallazgos como el que concluye que la gente casada es más productiva porque tiene un compromiso... aunque éste sea con la concurrencia de una tercera parte, el banco que concede la hipoteca. Una sociedad marital que se llama. Ya van tres tirantes que sujetan con firmeza el puente entre dos personas: sexo, crisis e hipoteca. Eficaces sucedáneos del amor.

Como esta semana también ha sido pobre en noticias fuera de nuestra procesional región, y al hilo de la cuestión Love & Marriage, recuperamos una pieza que Louis Upkins publicó en Business Week (www.businessweek.com) hace un par de meses, llamada Gestiona tu pareja como una empresa. En Estados Unidos -como aquí- casi el 50% de los matrimonios en los que ambos trabajan acaba en divorcio. Los llamados Indicadores de Salud Marital han caído en picado en los últimos años. Cada día más gente que "lo tiene todo" se siente desdichada, como María de la O. Según Upkins, para gestionar su cartera matrimonial hay que observar 5 reglas: conocer al cliente, cuidar el negocio a diario, no poner excusas si se falla, practicar los beneficios mutuos (win-win) y mezclar negocio y placer. Fácil, ¿verdad?

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