HASTA que no vea al llamado Achille Emana correteando bajo el tórrido sol de Ryad y sobre la pradera del estadio Rey Fahd de la capital saudí, servidor no habla del camerunés. Hasta que este ominoso culebrón por el que se desprende bastante de la forma en que están toreando este verano al Betis no toque a su fin, servidor de usted se niega en redondo a escribir sobre susodicho futbolista. Y lo mismo digo de esa cuadrilla de descartados que no terminan de descartarse en demostración palmaria de que lo que menos les interesa es encontrar un puesto de trabajo en vez de la sopa boba que les espera en el Real Betis Balompié.

Todo esto no quiere decir que vayamos a pasar de la actualidad del sevillanísimo club de las trece barras, claro que no. Por lo pronto, sensaciones y no todas buenas, por supuesto que no. Aunque la pretemporada la está viviendo el equipo en la más absoluta clandestinidad, aunque muy pocos han sido los elegidos que han podido verlo en acción, reitero que las sensaciones no son buenas y que a tiempo se está para la corrección. Por supuesto que estando en las manos de quien está, el pesimismo puede arrumbarse en el rincón más recóndito, que si no fuera porque quien anda en la sala de máquinas es Pepe Mel podríamos empezar a ponernos en lo peor.

Se ha ganado a pulso Mel la confianza de su clientela, ya que jamás en la convulsa historia del Real Betis Balompié un entrenador ha superado tantas dificultades como ha eludido el madrileño. Pero el fútbol tiene su lógica y viendo cómo se fortifica la competencia, hay que tocarse la ropa no más se mira al comienzo del tiroteo. Ni un solo gol a los iguales da mucho que pensar y bastantes son las inquietudes que nacen ante ese estado de cosas. Quizá no se haya podido laborar más aceleradamente, pero el fuego real está a punto de comenzar y me da la impresión de que la guerra que aguarda puede coger al Betis desprovisto del armamento adecuado. ¿No?