Visto y oído

Francisco / Andrés / Gallardo

El súper

QUEDAN pocos refugios para la sorpresa. Lo último, unos tipos que presumen de sindicalistas y defensores de las clases más desfavorecidas agrediendo y ultrajando a unas mujeres que estaban en sus puestos de trabajo. Qué machotes ¿no? A raíz del asalto de Sánchez Gordillo y los suyos, tan rechazado en medios y redes sociales, ha surgido una línea colateral soterrada de desprestigio hacia la firma de supermercados de Mercadona. Una empresa que no suele prodigarse en publicidad, por lo que no halla tan protegida mediáticamente como otras firmas de la competencia.

Mi único vínculo con Mercadona es a nivel de usuario, un simple cliente de barrio que agradece que a estas alturas de las complicaciones socioeconómicas existan establecimientos decentes en los que encontrar una compra diaria más que aceptable de calidad. Unas compras a la vuelta de la esquina a precios razonables y en condiciones de presentación, higiene y atención al público que se valoran con una fidelización comprensible. Antes de la expansión definitiva de esta empresa valenciana, hace unos diez años, los estantes de otras franquicias de "proximidad" o "autodescuento" llegaban a ser de mercadillo de Albania y los precios de otros eran de una diferencia a veces sorprendente. Mercadona establece la media de calidad y precios en las compras mundanas españolas y con los años comprobaremos que la gran clase media de los ajustes y abusos no estará lo suficientemente agradecida a su esfuerzo.

En la televisión, el índice de calidad lo calibraba TVE. En este caso, una empresa pública, aunque con un alto coste. Entre los recortes y la limpieza ideológica, al supermercado audiovisual los asaltantes han llegado hasta el fondo. TVE, como Mercadona, en servicio indirecto, obligaba a la competencia a mantener un nivel y unas inversiones. Ahora está de oferta.

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