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CREO que la comunidad musulmana tendría que hacer una declaración pública, institucional, clara y contundente sobre los atentados que se han producido en Francia. Y no digo creo, corrijo, digo que es un deber necesario para la integración de aquellos que profesan una religión que inquieta a muchos ciudadanos españoles. Tengo entendido que mañana domingo está convocada una manifestación en repulsa por los 12 asesinatos del semanario Charlie Hebdo, por los 17 heridos en ese mismo suceso, por la policía asesinada en la calle y los tiroteos diferentes que se han producido en varios puntos de París. Lo pido por lo siguiente. El viernes me subí a un taxi y, claro, el tema era lo sucedido en Francia. Quería saber qué pensaba el taxista sobre la integración de la comunidad musulmana en España y dio la casualidad de que el conductor era oriundo de Chozas del Arroyo, una pequeña localidad de Toledo compuesta por unos tres mil habitantes, de los cuales unos doscientos son musulmanes. Él se refiere a ellos como moros, algo que a mí personalmente no me gusta. Me suena ofensivo. Pero, como digo, es necesario saber qué opina la gente para conocer sus realidades. Me contaba que, para él, la integración consistiría en que las niñas fueran a la escuela sin "pañuelo" -utilizo el lenguaje que el taxista verbalizó-, que las madres pertenecieran a la Asociación de Padres y Alumnos, puesto que ninguna ni sus maridos forman parte de las decisiones de las escuelas, así como que sus hijos que son invitados a los cumpleaños o a las casas de los toledanos reciban la invitación de los hijos de los musulmanes a sus casas, cosa, que según este hombre, no hacen. Otra cuestión que le molesta es que ningún musulmán participa en el montaje ni organización de ninguna fiesta del pueblo, en las que o participan poco o nada. En realidad no se les ve los días en los que se celebran fiestas populares. En los bares sólo se ve a los hombres pero nunca a una mujer, que van vestidas con sus vestiduras que sólo se quitan en sus propios hogares, donde además vive otro misterio. Me dice este taxista que la Guardia Civil ya ha ido en varias ocasiones al chalé de al lado tras las llamadas de los vecinos que escuchan gritos, por lo que sospechan de que la esposa esté siendo víctima de malos tratos. Otra de las incógnitas que le perturba al taxista es que ningún musulmán trabaja en el pueblo. Me dice que pasan la mayor parte del día sentados en los bancos de la plaza mientras levantan la sospecha de cómo son capaces de vivir en un chalé y pagar sus gastos sin un trabajo aparente. Las idas y venidas de miembros de esta comunidad son frecuentes, aunque hay una pequeña población fija. Y, por último, han construido una mezquita sobre un terreno que él no sabe quién ha pagado ni la actuación exacta de su Ayuntamiento. Mezquita a la que él no puede entrar pero sí ellos a su iglesia. Por esto, por todo esto, es necesario que la comunidad musulmana haga por integrarse en nuestra sociedad.

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