ESTÁ el personal inquieto a causa de una inquietud que se le ha metido en el tuétano y que nadie es capaz de descifrar hasta cuándo va a durar. Inquieto porque lo más probable es que el día de mañana sea peor que el de hoy, que las previsiones de los que entienden de la cosa hasta osan presagiar que el hambre de hoy puede dar paso a la hambruna de mañana. Un hambre generalizada es una catástrofe y donde no se cumple esa idiotez balsámica de que el mal de muchos sea consuelo. El que debiera ser garante de la cosa, el ciudadano Solbes, ya adelanta que sería una osadía pensar que ningún banco español corre peligro. Como para dormir tranquilo, como para que la pesadilla no se incremente al despertar. Mientras, el hombre que obsequiaba en la Raya con fresas con nata ya está en el trullo y, dicen, que habrá una excelente cosecha de ERES (expedientes de regulación de empleo y al puto paro). ¿Sólo inquietos?