Tomás garcía rodríguez

Doctor en Biología

Las tipuanas, símbolos de Sevilla

Su aclimatación en Sevilla ha sido perfecta desde los años sesenta del pasado siglo

La tipuana, conocida también por palo rosa o tipa, es una planta arbórea cuyas tierras nativas se encuentran en bosques subtropicales de Bolivia y Argentina, estando naturalizada en otras regiones sudamericanas como Brasil. El paisajista francés Charles Thays la introdujo en Buenos Aires a comienzos del siglo XX, extendiéndose más tarde su cultivo por Europa. Es una leguminosa de rápido crecimiento que puede adquirir un porte altivo gracias a una densa copa que proporciona buena sombra, presentando una gran resistencia a la sequía, la contaminación y la poda. Por todo ello, Tipuana tipu es muy recomendable para su plantación en avenidas y parques de Sevilla, donde su aclimatación ha sido perfecta desde los años sesenta del pasado siglo, situándose hoy en día como el árbol más abundante en nuestra ciudad tras el naranjo agrio, el almez y la melia. Despliega unos magníficos racimos de flores amariposadas amarillo-anaranjadas que permanecen en sus ramas desde finales de mayo hasta septiembre y muestra unos frutos en legumbre que recuerdan las volanderas sámaras de los arces.

Los deslumbrantes tonos florales de las alineaciones de tipuanas son complementados por los elegantes malvas de las jacarandas, constituyendo en conjunto uno de los signos de identidad hispalense, trazando en primavera-verano una impresionante paleta botánica que colorea los cálidos aires con hermosos azules y dorados. Los beneficios de estas especies de gran porte son múltiples: absorción y fijación de la polución atmosférica a través de hojas y raíces; creación de un microclima más húmedo y templado en su entorno por su apreciable sombra; aumento de la biodiversidad al acoger aves, pequeños mamíferos, invertebrados, hongos, líquenes o musgos; la belleza de sus vibrantes inflorescencias, que recuerdan el medio natural selvático; la formación de pantallas acústicas y visuales ante el ruido callejero y la proliferación de edificios inanimados, respectivamente.

Las tipuanas necesitan cuidados, pero sus requerimientos son mínimos y sus bondades infinitas; si no lo hacemos, sería mejor dejarlas vivir en sus bosques ancestrales. Conviene protegerlas ante un medio hostil y ante la mano humana, que en ocasiones no distingue entre ladrillos y seres vivos, como ha ocurrido en la avenida Ramón Carande de Sevilla, donde han desaparecido trece de ellas ante la desaforada presión constructora y la falta de medidas para su conservación. Actos que se repiten con cierta frecuencia y que no pueden justificarse con la reposición de nuevos ejemplares, pues nunca un ser vivo puede sustituir a otro en la plenitud de su vida. Las virtudes de estos trasplantes tardarán largos años en hacerse efectivas y muchos ciudadanos ya no las disfrutarán...

"Una iglesia, casi en ruinas,/ santificando la plaza./ En la plaza, algunas tipas,/ y en las tipas, las cigarras/ echando a rodar los ríos/ estivales de sus flautas./ Para la dicha es muy poco,/ y con ser tan poco, basta"(Aledo Luis Meloni).

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