Pilar / Cernuda

Sin título

Crónica personal

13 de junio 2015 - 01:00

LA infanta Cristina ya no es duquesa de Palma, pero siendo grave la revocación, más lo es que esa revocación haya expuesto a la luz el profundo divorcio que hoy existe entre don Felipe y su hermana menor. Un asunto que sin ninguna duda debe doler profundamente tanto al Rey como a la Infanta, que desde su adolescencia han mantenido unas relaciones muy estrechas, más profundas que las habituales entre hermanos.

Eso da más valor al gesto de don Felipe de tomar una decisión que con toda seguridad le ha sido muy dolorosa para él, no solo porque afecta directamente a sus propios sentimientos sino también porque hiere los de su hermana y los de toda la familia. Pero el rey Felipe ha demostrado una vez más que antepone su papel de Jefe del Estado al papel de hermano, y quiere demostrar que no pronunciaba palabras que se lleva el viento cuando, en su discurso de proclamación, afirmó que como Jefe de Estado mantendría una conducta "íntegra, honesta y transparente". Empezando por exigírsela a todos los suyos tras exigírsela a sí mismo.

Es posible que haya querido exigir la renuncia antes de que el nuevo alcalde de Palma lleve a pleno que se retire el título con el nombre de su ciudad a quienes hasta ahora eran duques de Palma, pero conociendo al Rey es seguro que más que una estrategia relacionada con el cambio en el Ayuntamiento la decisión es producto de sus propias convicciones. Quería llegar a su primer aniversario de reinado con los deberes hechos. Y entre ellos debía estar el marcar distancias que una hermana a la que el juez considera "colaboradora necesaria" de los presuntos delitos de su marido pero que sobre todo, de cara el rey Juan Carlos y al rey Felipe, ha demostrado escasa consideración hacia la Corona, hacia la Monarquía, al negarse a renunciar a sus derechos al trono a pesar de las reiteradas peticiones que le han hecho en ese sentido primero su padre y después su hermano. No ha querido. Ha hecho prevalecer sus afectos personales a sus responsabilidades institucionales.

Los últimos días en La Zarzuela han debido ser amargos, después de los dos viajes de doña Cristina a Madrid para asistir a la primera comunión de la Princesa de Asturias y al funeral del príncipe Kardam de Bulgaria. Daba la impresión de que independientemente de la repulsa de don Felipe hacia todo lo relacionado con el caso Urdangarín, trataba de mantener el contacto con su hermana por razones estrictamente familiares. No era así: a pesar de la aparente cercanía, el Rey anteponía la defensa de la Corona a cualquier otro tipo de interés. Incluyendo a su hermana. Y esa ruptura afectiva se ha revelado con toda su crudeza con el intento de Doña Cristina de hacer creer que fue ella la que tomó la iniciativa de renunciar. Lo que no es cierto. El Rey le ha obligado a hacerlo.

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