EN el sector turístico sevillano ya están escaldados de tanta estadística adobada, por parte de quien juega a ser juez y parte de sus conclusiones y comentarios. Donde de verdad se aquilata el peso específico de la ciudad es en las clasificaciones internacionales. Les animo a ver el último publicado por el ICCA (la principal asociación internacional del sector de congresos y convenciones), con datos de este año. Sevilla está en el puesto 93 como anfitriona de eventos internacionales y es la cuarta ciudad española dentro de ese ranking. De los 12 eventos de Sevilla, 10 tienen una asistencia inferior a los 500 delegados. Los que son verdadero objeto de pugna por parte de las ciudades son los que computan más de 1.000, 2.000 o 3.000 asistentes foráneos. Porque dejan un río de dinero en pocos días.

Las doce primeras ciudades son: Pekín, con 82 eventos de ese tipo durante el presente año; Viena, con 80; Barcelona, con 79; Berlín, con 75; Praga, con 72; París, con 65; Copenhague y Lisboa, con 64; Estambul, con 62; Amsterdam, con 61, y Londres y Singapur, con 57. Este mapamundi de congresos y eventos revela la especialización respecto a cualquier clasificación de las metrópolis en función de su peso demográfico, político o económico. Por eso Tokio está en el puesto 30, Nueva York en el 46, México en el 64 y Moscú en el 82. Son menos competitivas por ser más caras, o menos seguras, entre otros factores que sí saben convertir en bazas a favor ciudades como Viena, Barcelona o Copenhague.

Para calibrar dónde estamos, Madrid queda en el puesto 39, con 26 eventos, como Múnich y San Francisco. Valencia se encarama al 57, con 19 eventos, empatada con Nueva Delhi, San Petersburgo, Vilnius (Lituania) y Antalya (Turquía). Y Sevilla, con sus 12 citas internacionales, se sitúa en el 93 a la misma altura que Cairns (Australia), San Juan de Puerto Rico, La Haya (Holanda) y Tesalónica (Grecia). Supera a Málaga y Santiago de Compostela que, con 8 eventos, quedan en el puesto 143. Santa Cruz de Tenerife, que alberga 6, y Bilbao, 5, están mucho más atrás.

Habrá quienes digan, viendo la botella medio llena: Con lo grande que es el mundo, Sevilla no está mal situada. Pero ven la botella medio vacía quienes tienen en su mano otras clasificaciones sobre el atractivo de cada ciudad como marca turística, en las que Sevilla resalta por ser muy conocida, y se llevan las manos a la cabeza por cómo se desaprovecha esa ventaja. La Asociación de Organizadores y Profesionales de Congresos se ha visto en la obligación de avisar que, en la competencia por captar eventos nacionales, a Sevilla, además de rebasarla Valencia, ya la han alcanzado Zaragoza y Bilbao.

El fulgor de la marca, desaprovechada, cada vez tapa menos el descalabro de la falta de competitividad y profesionalidad al frente de un organismo que unifique a todos los resortes de la ciudad para pugnar con candidaturas al día en el mercado mundial de los eventos.

El valor de la marca Sevilla nos salva del naufragio porque creen en ella las grandes compañías hoteleras, que sí saben comercializar. Por eso Hilton se hace con la Hacienda La Boticaria. Una vez más, las apuestas y las inversiones que nos mantienen en el candelero son las que se deciden lejos de aquí. Sí, cabe exigirnos que Sevilla acoja más eventos internacionales que ciudades europeas con mucho menor tirón turístico y climático como Graz, Glasgow o Ljubliana. Es lo mínimo que debería despacharse en nuestros retos estratégicos.