VIERNES cuaresmal como oasis reconfortante de cuanto nos rodea, con tanta injusticia, tantos recortes y tanta huelga, que lo único que ya nos faltaba era que los coletudos de plata se declararan en huelga. Y no sólo los coletudos que, a la postre, se la juegan en la cara del toro, sino también de mozos de espadas y hasta de sus ayudas, que no sé si usted sabe que el que sirve las espadas tiene su secretario. Bueno, pues en ese viernes cuaresmal, frío como él solo, el viacrucis de la Casa de Pilatos fue un soplo de aire puro que nos ayudaba a respirar, a vivir, a disfrutar de esos momentos que la vida te daba y que hoy tan raramente te ofrece. Viacrucis de la Pía Unión sin nada que ver con otros que no venían a cuento. Fervor en cada estación y todo a través del tiempo y en un escenario impagable. Ya sé que todo esto chirría a la vista del sectarismo más intolerante, pero fue como un oasis de civismo.
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