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Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El virus del miedo

La poca credibilidad de las autoridades chinas ha ayudado a la expansión de otra epidemia: la del miedo

Según el consejero delegado de la patronal de los móviles que organiza el Mobile World Congress, "el miedo nos forzó a suspender el Mobile". Pero más adelante, en la entrevista publicada en El País, afirma que "si nos tomamos realmente en serio la salud y la seguridad de nuestros expositores, trabajadores y de la comunidad, no había otra opción". Ya no se trata del miedo sino, al parecer, de criterios sanitarios objetivos. Sin embargo, al ser preguntado si al obrar así se ignoró que según las autoridades sanitarias españolas "no hay ninguna razón de salud pública que impida la celebración de eventos de este tipo", el consejero vuelve a afirmar que la suspensión "es una cuestión de miedo", añadiendo: "La gente padece distintas clases de miedo, a volar, a las aglomeraciones, y también hay temor al miedo. Las autoridades sanitarias estaban preparadas, pero es el miedo del ecosistema el que nos forzó a tomar la decisión". Y a continuación vuelve a contradecirse afirmando que "en la decisión sólo se tomó en cuenta la seguridad y la salud", lo que otra vez pone en cuestión las seguridades dadas por las autoridades sanitarias españolas. Estas contradicciones han creado una lógica discrepancia entre el Gobierno y la organización. La ministra de Industria, Comercio y Turismo ha pedido explicaciones a las empresas que no han acudido al Mobile pero sí a otras ferias, como la que se desarrolla en Ámsterdam.

¿Prudencia o miedo? Lo primero ignoraría y desatendería las garantías dadas por las autoridades. Lo segundo tendría que ver con lo irracional. Un miedo al miedo alimentado no sólo por las fobias o temores a los que alude el consejero delegado, sino porque la epidemia ha nacido en una dictadura comunista que, no por haberse abierto a la economía capitalista, deja de serlo y por ello cultiva la opacidad. Recuérdese que el doctor Li Wenliang, acusado de difundir rumores alarmantes por alertar sobre la epidemia, fue obligado a retractarse; después resultó infectado y falleció. La información que llega de China no es fiable. Un clásico del comunismo. "En Moscú no hay tifus" dice un comisario político a Zhivago en la película de Lean. Tras ver al enfermo, el doctor le contesta: "Padece otra enfermedad que tampoco hay en Moscú: hambre". La opacidad y poca credibilidad de las autoridades chinas ha ayudado a la expansión de otra epidemia aún más grave: la del miedo.

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