Ante la persistente y continua avalancha de turistas en nuestra ciudad, para gozo y regocijo de instituciones, hoteles, restaurantes, etcétera, cabría preguntarse: ¿esto es realmente lo que queremos los ciudadanos o es lo que necesitan otros? y sin más, me viene a la memoria la letra de aquella sevillana que decía: “Hemos cruzado los brazos, y Sevilla se nos va”.

Está claro, y habrá que aceptarlo, que lejos de aspirar a un tejido industrial decente nos ha correspondido abrir brazos y ciudad a toda esa gran amalgama de turistas, respetuosos y no respetuosos, que nos visitan; en definitiva, apostar por el sector servicios y vender Sevilla como marca.

¡Pero no todo debería valer! No puedo compartir con el Ayuntamiento y otras instituciones la lectura de que, a pesar de todo, Sevilla es y seguirá siendo una ciudad sostenible. ¿Pasean ustedes las calles y sus parques o prefieren que acólitos y asesores les cuenten lo que desean escuchar? Porque entre tranvía, carril bici, bicicletas, carros, patinetes eléctricos... los peatones hemos sido desplazados y abandonados a nuestra suerte.

No intenten convencernos, que la realidad es bien diferente. Caminen un poco por esa Avenida de la Constitución, o por el Parque de María Luisa, donde empresas de bicicletas, y de patinetes eléctricos, con guías incluidos, se adentran en zonas peatonales de la Plaza de España con total impunidad. Una escena similar se produce y provocan en el mismo parque los cocheros y sus coches de caballos, que están utilizando los laterales de la Avenida de los Cisnes para su uso, con total ignorancia del ciudadano, cuando entiendo que no deben utilizar estos espacios.

Y para finalizar, que no les tiemble el pulso a la hora de aplicar la tasa turística. Se hace en media Europa y la ciudad lo pide a gritos.