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José Ramón Talero

Plan de Estado en educación

Ningún Gobierno después de la transición se ha planteado de forma seria e insistente la necesidad de un pacto de Estado en educación; todo lo contrario, nos encontramos en un Estado con diecisiete comunidades autónomas y diecisiete planes de estudios diferentes. Verdaderamente, es chocante y a la vez triste cómo nuestros hijos, a nivel nacional e internacional, presentan unos desequilibrios culturales impensables en una sociedad de progreso y desarrollo.

En los informes PISA, que como sabemos son el termómetro cultural de un país, se ve bien reflejado. La realidad cultural de nuestra sociedad, los índices de fracaso escolar, uno de los peores de Europa, hace que cada vez vayamos más al precipicio de la mediocridad. Cada vez que entra un Gobierno nuevo se destruye lo que hizo el anterior, aunque lo que haya hecho sea bueno para todos.

Para tener un país libre y gozar de una democracia ejemplar es imprescindible poseer cultura, y ésta es mucho más que acumular conocimientos. El saber nos hace libres. Por este motivo, es importantísimo que todos los chavales, aparte de sus diferencias sociales o económicas, puedan ser portadores de una educación de calidad y en libertad. Un país culto es un país libre y esa cultura, esa libertad, nos da trabajo, riqueza y prosperidad.

¿Adónde vamos a ir si nuestros jóvenes no se están preparando adecuadamente y se van cambiando los planes de estudio al antojo de nuestros gobernantes? La cohesión; la unidad de criterios, a pesar de la diversidad cultural y lingüística; la unificación de planes de acción, en cuanto a objetivos y contenidos globales para toda la pluralidad nacional, en relación a cada una de las disciplinas o materias que se impartan: todo ello sería una solución para nuestro desarrollo educativo.

Una enseñanza que orienta a los alumnos en función de sus intereses, esfuerzo y rendimiento académico hará que tengamos una sociedad preparada de buenos profesionales competitivos con el resto de los europeos y no una sociedad encauzada a la comodidad, la desgana y la falta de ilusión por la cultura y el estudio. Dicen algunos expertos que el nivel de exigencia atenta contra la igualdad.

La única igualdad legítima es la igualdad de oportunidades. Impedir que los estudiantes más voluntariosos aprendan todo lo que puedan aprender para que otros estudiantes no se sientan desplazados o discriminados es una verdadera estupidez.

¿Qué ocurrirá con el proyecto de ley educativa del Gobierno, La Lomloe, más conocida como ley Celaá? ¿Pasará lo de siempre? Ya se está viendo: incertidumbre, descontrol, sin unidad de criterios y cada comunidad autónoma hará lo que le plazca. ¿Quiénes son los perjudicados? Como siempre, el pueblo llano y soberano. Señores representantes políticos, hagan de la educación un pacto de Estado, ya es hora. 

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