Tribuna

Ricardo Suárez

Pintor y escultor

Acerca del mal y buen gobierno

A lo mejor tenemos que recurrir a las pinturas de Ambrogio Lorenzetti, ser conscientes de lo poco que ha evolucionado el ser humano cuando toca las tan codiciadas esferas del poder

Acerca del mal y buen gobierno Acerca del mal y buen gobierno

Acerca del mal y buen gobierno

Corría el año 1338 cuando el comune de Siena le encargaba al pintor Ambrogio Lorenzetti (Siena 1290-1348) la decoración de la Sala dei Nove o Salón de los Nueve. En esta sala del Palacio Comunal, el pintor realizó al fresco tres de los mas innovadores murales que hay en la historia del Trecento Italiano. Se trata de las alegorías del buen gobierno y del mal gobierno de la ciudad, con una exquisita definición de detalles, que resumen un ideario metafórico de cómo se debe regir los designios de la misma. En Italia, que salía de aquella mal llamada edad oscura, se empezaban a destacar los valores que van a definir la grandeza del ser humano, unos valores enriquecidos por las virtudes que todo hombre debe llegar a alcanzar para semejarse a la obra perfecta creada por Dios (prudencia, fortaleza, justicia y templanza ) y que llevadas a la práctica redundan en el bien común.

En las pinturas se destacan la virtud, el vicio, la justicia, el trabajo, la sabiduría y la paz, todos ellos sabiamente representados y ubicados para que cuando el espectador entrara en la sala hiciera una rápida lectura visual (de izquierda a derecha) de los tres grandes murales, apareciendo primeramente la descripción del mal gobierno para terminar observando la del buen gobierno. Innovadora la propuesta de los regidores sieneses, al atreverse a exponer de forma tan gráfica y sin ningún tipo de complejos, los vicios y la degradación del ser humano que llevarían a la ciudad a la ruina moral y económica.

En muchos ayuntamientos y cabildos de ciudades de Andalucía -Sevilla, Ubeda, Baeza, Granada, Córdoba- durante siglos los gobernantes contemplaban los programas iconográficos de las salas capitulares; frases latinas, relieves, esculturas y pinturas, que les indicaba cuál es el camino a seguir, dónde están los vicios y cuáles deben ser los valores esenciales para que, después del buen hacer, sean trasmitidos a la sociedad. No estaría de más que nuestros representantes volviesen la mirada a esas salas capitulares ahora musealizadas o al tríptico pictórico tardomedieval sienés, a pesar de que algún posmoderno con una oratoria críptica y perifrástica los tachara de retrógrados y obsoletos, sin considerar que, dada su ignorancia en la cultura grecolatina, entre otras materias del saber, es imposible que pueda entender nada de lo que allí se representa. Si el arte tiene algo que decir sobre el hombre, sus logros no podrán sino enriquecer su vida moral. Y si el artista -y el contemplador del arte- es un ser humano, también tendrá una conciencia moral a la que no puede traicionar en nombre de una supuesta belleza independiente, claro que, para que esto se produzca, el ser humano debe tener no sólo la capacidad de traducir las imágenes, sino la voluntad y el compromiso de trasmitir a sus congéneres el mensaje.

Está claro que la corrupción ha sido una constante en todos los periodos de la historia; quizás por la debilidad del ser humano, resumida en la falta de valores, que lleva al hombre a perder la vergüenza en las formas de actuar. Quizás hayamos avanzado mucho en ciencia y tecnología desde la edad media, pero solo en eso, ya que seiscientos ochenta y dos años más tarde al hombre hay que recordarle cómo se debe hacer el bien, dónde yerra, para que no caiga en lo que estamos acostumbrados a ver a diario en los medios de comunicación.

¿Acaso estamos faltos de una clase política formada, intelectualmente hablando, y tengamos que recordarles (me refiero a la sociedad civil) continuamente cuál es el camino a seguir? La mediocridad y la ignorancia se han apoderado de las instituciones, a lo mejor porque en los últimos años se está utilizando la política como un medio para sobrevivir en una sociedad degradada por ellos mismos y por eso cada vez el listón esté mas bajo, siendo testigos y sufridores, un día sí y el otro también, de los desmanes cometidos por nuestros representantes. Una corrupción que obstaculiza el normal funcionamiento de la vida pública, que sumerge las instituciones en una espiral de la que nunca se sale, por lo menos mientras dure el mandato, con el consiguiente perjuicio y desgaste que acarrea a una sociedad hastiada de tanto escándalo. Lo hemos padecido con los ultimos veinte años de gobierno socialista en Andalucía con los ERE, ¿se acuerdan?.

Quién sabe, a lo mejor tenemos que recurrir a las pinturas murales de Ambrogio Lorenzetti, ser conscientes y asumir lo poco que ha evolucionado el ser humano cuando toca las tan codiciadas esferas del poder.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios