Tribuna

Ramiro Aurín

Ingeniero de Caminos

Matar al mensajero

El autor defiende que no sólo Marchena debe declarar no apta el agua, sino todos los municipios que se abastecen del mismo Consorcio

"Paseábase el rey moro / por la ciudad de Granada, desde la puerta de Elvira / hasta la de Vivarambla—¡Ay de mi Alhama! Cartas le fueron venidas / que Alhama era ganada.Las cartas echó en el fuego, / y al mensajero matara.Por eso mereces, rey, / una pena muy doblada:que te pierdas tú y el reino, / y aquí se pierda Granada”. (Romance de la pérdida de Alhama, Anónimo)

Matar al mensajero y quemar las cartas no devolvieron Alhama a Boabdil. Pero, aunque ya no está bien vista tan drástica costumbre, sigue siendo cierto lo que Sófocles decía en Antígona: “Nadie ama al mensajero que trae malas noticias”.

Y eso les pasa a los pobres gestores del abastecimiento de agua de Marchena que, por la mala cabeza de hacer más análisis de los obligatorios, han tenido que ejercer –por responsabilidad– de mensajeros tristes dos veces desde noviembre. Si entonces fue la presencia de benceno, estos días ha sido el MCPA, un plaguicida que no se encuentra entre los fitosanitarios más frecuentes para los embalses que abastecen Marchena (Bembézar y Retortillo), y que no es obligatorio analizar. Los parámetros obligatorios en esta zona en relación con plaguicidas son 7, en Marchena analizan 43, que son todos los que considera la legislación aplicable. Parece que no ha estado de más.

En ambos casos ha resultado evidente que, por causas distintas, la contaminación se había producido en los embalses o en la planta potabilizadora. El propio CIAR comunicaba el pasado lunes 15 de febrero una alerta por MCPA por una muestra del 8 de febrero con 0,13 µg (microgramos). Ese mismo día la operadora del agua de Marchena comunicaba una alerta en la muestra del día 3, con 0,11 µg. Más rara es la discrepancia en las muestras de confirmación del día 15: para el CIAR todo estaba bien y para la empresa que opera Marchena dos muestras distintas dieron 0,17 µg y 0,18 µg.

Dado que Marchena se encuentra hacia el final del ramal que la abastece, el descubrimiento de la presencia excesiva de los contaminantes era una alerta no sólo para Marchena, sino también, con total seguridad, para los 15 municipios que se abastecen de la misma planta potabilizadora. Curiosamente, la detección y comunicación de una causa objetiva de riesgo para la salud de los ciudadanos de todos los municipios que se abastecen del CIAR –Ciclo Integral del Agua del Retortillo–, tuvo en noviembre, y ha tenido ahora como única consecuencia conocida, la declaración del agua en Marchena como no apta para el consumo hasta que no se purguen depósitos y tuberías. Esto, sin dudas, es una medida lógica, con la única salvedad de que igual de lógica y necesaria es la declaración de agua no apta para el consumo en el resto de municipios del Consorcio, a no ser que los análisis realizados en esas poblaciones no hubiesen confirmado los resultados de Marchena –lo cual sería un misterio digno del Palmar de Troya–.

Evidentemente, a pesar de la sensación de castigo que los habitantes de Marchena pueden tener, justo por ser los más aplicados, lo cierto es que son los únicos que han estado protegidos por la gestión de su Ayuntamiento. No se entiende por qué no se avisó a los vecinos de los demás pueblos de que el agua podía ser impropia para el consumo humano, por lo menos hasta tener el resultado de los análisis locales, que seguro se han hecho y que, por cierto, no han tenido hasta la fecha ninguna publicidad. Pero ¿por qué tanto miedo a reconocer incidencias en un servicio que se produce 24 horas al día, siete días a la semana, y cuya materia prima se recoge en plena naturaleza y en contacto con actividades económicas como, en este caso, la agricultura?.

Si se tiene un sistema “sofisticado y atento” se detectan los problemas “a tiempo” para resolverlos con los mínimos perjuicios. Un solo afectado como consecuencia de “no generar alarma” hubiera sido imperdonable. Mal asunto si la tecnología y la voluntad de usarla sólo tienen que servir para crear la ilusión de que todo está bien, y no para conocer a tiempo la realidad y evitar cualquier amenaza contra las personas. Parece como si alguien tuviera mala conciencia.

Y la verdad es que el déficit de inversiones en el sector del agua es galopante en todos los tramos del ciclo integral, incluidas las necesidades de prevención de inundaciones y sequías que se están generando con el cambio climático. Esa desinversión en unos sistemas permanentemente exigidos, es una irresponsabilidad que más pronto que tarde pagaremos.

La radical importancia del agua y su creciente escasez, en relación con el desbocado crecimiento de la población y las actividades económicas necesarias para mantenerla, necesita una gestión hiperoptimizada y radicalmente circular. Para superar el reto hacen falta especialización, experiencia y tecnología. No se entiende que una gestión preventiva, que ha permitido una alerta temprana y ha evitado riesgos mayores para los ciudadanos, sea percibida por algunos como una amenaza, en una actitud cercana al negacionismo trumpista de la Covid o del cambio climático.

La realidad tiene la mala costumbre de no quedar bien con nadie, y menos con los que, como Dorian Gray, no la admiten.

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