Tribuna

Ana torres garcía

Universidad de Sevilla

El discurso del rey de Marruecos

La Administración Trump ha provocado que Muhammad VI intente tomar la iniciativa ante un nuevo ciclo de contactos diplomáticos en torno al Sahara

El discurso del rey de Marruecos El discurso del rey de Marruecos

El discurso del rey de Marruecos / rosell

El rey de Marruecos sorprendió el pasado 6 de noviembre con una oferta de diálogo destinada a Argelia. En su discurso de conmemoración de la Marcha Verde propuso crear "un mecanismo conjunto de diálogo y concertación... para examinar todas las cuestiones bilaterales, con franqueza, objetividad, sinceridad y buena fe ...". Este tono conciliador claramente contrasta con alocuciones anteriores.

Ciertamente, la tensa parálisis en la que se encuentran desde hace décadas las relaciones bilaterales entre los dos países fundamentales del Norte de África requeriría una urgente normalización. En la actualidad, es considerada una de las regiones menos integradas del mundo, lo que sólo en el plano económico representa una importante desventaja comparativa a escala global. Se estima que el comercio intrarregional apenas representa el 3,6% del total de sus intercambios comerciales, tan solo un 2% de su PIB. En consecuencia, revertir tal situación podría suponer un impulso al desarrollo socio-económico necesario en la zona y que en los últimos años se ha convertido en uno de los factores estructurales que fundamentan diversos movimientos de protesta contra los poderes centrales, como por ejemplo el que surgió en Alhucemas en 2016, conocido como Hirak.

El soberano ha recibido el apoyo de políticos y medios de información marroquíes. Francia y España también la han acogido positivamente, pero al otro lado de la frontera, sin embargo, el silencio ha sido la respuesta oficial. Ello no debe sorprender, pues el régimen argelino se encuentra centrado en las maniobras políticas previas a las elecciones presidenciales que se celebrarán en primavera. Sí conocemos la enérgica condena de los saharauis y las reacciones de los medios argelinos. Estos critican las formas del monarca, quien, en vez de recurrir a canales diplomáticos, opta por un discurso que, precisamente, celebra la ocupación del Sáhara Occidental. En resumen, los argelinos lo consideran una clara maniobra mediática.

Al margen de cuál sea finalmente la reacción del Gobierno argelino, la iniciativa marroquí parece más bien ser una respuesta a la evolución reciente de la cuestión del Sahara. Por un lado, en diciembre de 2016 una sentencia europea dictaminó en contra de que Marruecos concierte acuerdos de asociación con la Unión Europea que incluyan el Sahara, dado que no posee la soberanía de dicho territorio. Por otro lado, el 31 de octubre, Naciones Unidas adoptó una resolución que presenta novedades: se limita la prórroga del mandato de Minurso a 6 meses por segunda vez consecutiva, y se ha invitado a Argelia y a Mauritania a participar en la ronda de contactos que tendrá lugar los próximos 5 y 6 de diciembre en Ginebra.

El desencadenante de este cambio ha sido en parte la presión ejercida por la diplomacia estadounidense. Abandonando lo que venía siendo la práctica habitual de Washington consistente en apoyar incondicionalmente a su aliado marroquí, la Administración Trump ha dado un giro en su actitud hacia la cuestión del Sahara que ha causado cierto nerviosismo en Rabat. Derivado de su interés por recortar gastos asociados a lo que considera un ineficiente funcionamiento de Naciones Unidas, Washington pretende imponer recortes en el presupuesto de las misiones de la organización. Aunque la Minurso no es de las más costosas, sí es la más longeva. Esta es la razón por la cual se ha convertido en objetivo tanto de la embajadora de Estados Unidos en la ONU, Nikki Hailey, como del nuevo Consejero de Seguridad Nacional, John Bolton. Se da la circunstancia de que Bolton conoce muy bien la evolución de los esfuerzos negociadores realizados en el marco del mandato de la Minurso, pues fue ayudante de James Baker cuando este ejerció como enviado especial durante el periodo 1997-2004. Una experiencia que resultó frustrante, tal y como Bolton ha manifestado públicamente, criticando la posición de la Administración Bush, que entonces obstaculizó la propuesta del Plan Baker para no desestabilizar al régimen marroquí.

En definitiva, al romperse la inercia que venía favoreciendo a Rabat, la Administración Trump ha provocado que Muhammad VI intente tomar la iniciativa ante un nuevo ciclo de contactos diplomáticos en torno al Sahara en un contexto internacional que presenta ciertas novedades. No obstante, la historia de desencuentros entre Argelia y Marruecos dura ya décadas y lo que resulta evidente es que para que ambos realmente pasen página será necesario algo más que palabras y recortes presupuestarios.

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