Estaba el otro día buscando por casa algún libro cuya lectura pudiera sugerir a mi hijo pequeño, que gracias al cielo nos ha salido lector voraz y compulsivo, cuando me encontré con una antigua edición facilitada del Lazarillo de Tormes, edición que supongo me regalaron a mí cuando yo tenía la edad actual de mi hijo, o sea, cuando Lázaro y el ciego todavía andaban por las calles y caminos.
Inevitablemente, como suele ocurrir cuando un aficionado toma un libro en sus manos, lo hojeé y ojeé, leyendo algunas páginas sueltas aquí y allí. Como se pueden imaginar, uno de los pasajes que rememoré es el famosísimo en que Lázaro y el ciego intentan mitigar su perenne hambre compartiendo un racimo de uvas. En el pasaje, que sin duda ustedes recuerdan, el niño pretende engañar al ciego comiendo las uvas de tres en tres y el ciego le da una trompada por ello. Lázaro se admira de que lo hubieran pillado pese a no verlo. El ciego, misericordioso pese a todo (una de las obras de misericordia, recuerden, es enseñar al que no sabe) le explica que lo supo “porque yo las comía de dos en dos y tú callabas”.
Verán, yo no sé si hay o ha habido financiación ilegal en el PSOE. Ni idea. Puedo tener mis sospechas, como todo el mundo, por lo que se lee en prensa. Pero vaya usted a saber. Ciertamente es raro que desde la sede del partido pudieran mandar periódicamente sobres con dinero a distintos políticos socialistas, en vez de transferencias, aparentemente sin declararlo ni el donante ni el donatario, y que todo ello tuviese un origen y un procedimiento legales, pero –de nuevo– no tengo ninguna certeza sobre si eran flujos impolutos e inmaculados de dinero o si todo constituía el lodazal que parece, lodazal en que hozarían distintos personajes.
Los periodistas que van quedando y, dicen, los informes de la policía o la UCO mencionan como involucrados a los José Luis Ábalos Meco (secretario de organización y ministro de segundo apellido carcelario y premonitorio), Santos Cerdán (secretario de organización), Leire Díez (concejal socialista, receptora de nóminas de Correos y de Enusa entre otras), Koldo García (gigante de la militancia lo denominó Sánchez), Mariano Moreno (gerente del PSOE, ahora presidente de la Empresa Nacional de Uranio, Enusa) y un creciente etcétera. No sé si esas acusaciones acabarán en condenas o no, si tienen base o no, pese a su evidente apariencia, ni si estos señores eran tan solo un numerosísimo grupo de versos sueltos (que incluían, insisto, dos números dos del partido) o si eran parte de un engranaje institucional.
Tampoco sé si alguien más importante en el PSOE que esos señores conocía de lo que los citados hacían o no, ni por tanto sé si ese personaje más importante, a su vez, se lucraba o no. Pero si aceptamos la hipótesis de que sí debía saberlo y no actuó contra ellos, la explicación más probable es que ello se debiese, si nos atenemos a la historia de Lázaro y el ciego, a que él, que no era ciego, las comía de tres en tres.