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Tribuna

Fran Cisneros

Paisajista

No hay nada más ecologista que saber escuchar la naturaleza

El autor considera “necesaria” la tala del ficus de Triana Apuesta por una educación ambiental y por una mayor inversión en parques

Dos operarios durante la tala del ficus de San Jacinto.

Dos operarios durante la tala del ficus de San Jacinto. / Juan Carlos Vázquez

Cualquier especie, ya sea del reino animal o vegetal, necesita unos requerimientos ecológicos básicos para desarrollarse. Igual que resultaría muy difícil criar a un león en el salón de nuestra casa hasta una edad adulta, tampoco podemos pretender que un árbol de grandes dimensiones se desarrolle de una manera óptima en el atrio de la iglesia San Jacinto.

Los ficus son árboles de gran tamaño que llegan a medir 60 metros y pueden vivir 200 años. Sin embargo, para que esto sea posible necesitan unas condiciones ecológicas óptimas y una de ellas es tener una superficie amplia de terreno donde poder desarrollar y extender su sistema radicular.

En el caso del ficus de Triana sólo basta con observar el gran tamaño del porte que ha alcanzado el árbol y el espacio que ocupa limitado por los cimientos de la iglesia y el muro sobre elevado que lo aísla de la calle.La falta de suelo y humedad, entre otros factores, pueden provocar alteraciones y carencias en el desarrollo y crecimiento de los árboles, acelerando el envejecimiento de los mismos. Como cualquier ser vivo, los árboles desarrollan mecanismos de defensa para protegerse de cualquier amenaza externa. Uno de estos mecanismos es el sistema de autopoda, consistente en desprenderse de ramas que en ocasiones suelen ser de gran tamaño, lo que ocasiona un verdadero peligro para la seguridad ciudadana.

¿Qué debe prevalecer?

Por tanto, si hace 100 años plantaron un ficus en San Jacinto, delante de una iglesia y ahora nos está dando problemas: ¿Qué es lo que prevalece?, ¿la seguridad ciudadana?, ¿la conservación del edificio? ¿el árbol? ¿Qué es lo que queremos proteger?

Si optamos por conservar el árbol, ¿cómo y de qué manera lo vamos a proteger? Si le ponemos un sistema antirraíces, evidentemente vamos a tener que cortar y debilitar aun más su maltrecho sistema radicular. ¿Cómo va a evolucionar a corto y medio plazo el desarrollo del crecimiento del árbol? ¿Va a ser un remedio definitivo a medio y largo plazo o vamos a tener que invertir grandes recursos en la preservación de un árbol?

¿Estamos dispuestos a sufragar con nuestros impuestos el cuidado del ficus de la calle San Jacinto? Probablemente sí, pero no se trata de un ficus, se trata de muchísimos árboles repartidos por nuestra ciudad, grandes parques y jardines que necesitan cuidados básicos pero lo que más necesitan es el cuidado y el respeto por parte de la ciudadanía. Al final se trata de priorizar y optimizar el gasto de los recursos económicos de una administración.

Primer error

La primera decisión errónea fue plantar esta especie en un espacio confinado. Hoy en día tenemos suficiente información para gestionar de una manera óptima nuestros parques. Tenemos grandes profesionales que son los que realmente deberían formar equipos multidisciplinares y trabajar de forma más global y pensando a medio y largo plazo.

Sin embargo, tenemos un problema medioambiental muy grave, como son los incendios que continúan arrasando la Península Ibérica y este año con especial virulencia. Nadie se manifiesta ni tan siquiera en redes sociales.

A nivel local tenemos ejemplos como las malas praxis realizadas durante años a especies como los plátanos de sombra, alcorques pequeños o cubiertos de cemento que asfixian los árboles … Acciones que se han permitido a lo largo de los años y que sólo se ponen de manifiesto cuando en primavera y verano las grandes ramas de los árboles de cualquier especie caen sobre el asfalto.

La educación ambiental

Todos queremos una ciudad verde, una ciudad sostenible, pero si no se invierte en parques y jardines, si no se invierte en infraestructuras, si no invertimos en educación ambiental para que los ciudadanos seamos los primeros en conocer y respetar nuestro entorno, nunca vamos a lograr un espacio ambiental saludable en nuestras ciudades. Tenemos que ser conscientes y consecuentes con las necesidades que tiene una ciudad y no dejarnos llevar por la parte más emocional de un momento determinado sin pensar en las consecuencias futuras.

Las decisiones deben tomarse en función del interés general de la población y pensando siempre en el futuro. En este caso considero que ha sido una decisión necesaria. No hay nada más ecologista que saber escuchar la naturaleza, sentir sus ritmos y sus necesidades. La especie humana aún sigue creyendo que puede dominarlo todo, incluso la naturaleza.

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