Tribuna

Virginia Pérez

Parlamentaria del PP

El valor de los andaluces retornados

La dignidad en Andalucía la ejercemos sin necesidad de faltar el respeto a otras regiones

Nuestro sistema parlamentario es reflejo de nuestra sociedad, de eso va o debe ir la democracia. Y en nuestra sociedad nos podemos encontrar con personas respetuosas, atentas, serviciales (que no serviles) comprometidas con la prosperidad y el bienestar común. Pero también nos podemos topar con irresponsables, necios, sociópatas, delincuentes, mentirosos, torpes o cobardes, como es el caso éste último del Diputado de ERC Gabriel Rufián. Dice el diputado Rufián, permítanme que no le otorgue la consideración de excelentísimo señor a quien no juró respetar la Constitución (convendrán conmigo en que el tratamiento le viene grande), que está orgulloso de ser charnego. Dice la RAE que charnego es un “adjetivo (despectivo en Cataluña) inmigrante en Cataluña procedente de una región española de habla no catalana”. Enorgullecerse del tratamiento despectivo que los nacionalistas catalanes le dan a él y a su familia es el mayor ejercicio de cobardía que puede hacer una persona. Abrazar el trato denigrante, hacerlo propio y someterse al secuestro emocional de los supremacistas catalanes, hace que el diputado Rufián provoque una inmensa lástima de quien necesita ser aceptado por quienes le rechazan. La dignidad señor diputado es otra cosa.

No hay mayor ejercicio de dignidad para Andalucía que el que representan los andaluces retornados. Aquellos que tuvieron que emigrar a otras regiones de España, como Cataluña e incluso aquellos que tuvieron que salir de España, nuestro querido país. Y es que fueron miles los andaluces que, en los años, 50, 60 y 70, tuvieron que buscar empleo en países como Alemania o Francia. Esos andaluces que cogieron un día una maleta de cartón, en muchos casos, con escasos bienes pero con un millón de sueños por cumplir y el anhelo de tener un futuro mejor.

Esos miles de andaluces que trabajaron duro en fábricas de Alemania o Francia. Que desconocían el idioma y la cultura de los países a los que llegaban a trabajar, son el mejor ejemplo del valor de nuestra gente. Personas valientes que dejaron atrás su tierra, sus raíces, sus costumbres, todo por un futuro mejor. Esos andaluces que dejaron años de juventud en tierras lejanas y que una vez que tuvieron la oportunidad de volver, así lo hicieron. Muchos de ellos invirtiendo sus ahorros en pequeños negocios que hoy son grandes empresas. Todos contribuyendo a hacer grande Andalucía. Tierra de talento, de alegría y optimismo. La Andalucía, acogedora y solidaria que hoy no debe verse obligada a pedir respeto a ningún representante público mediocre que la pretenda descalificar o menospreciar. Ya está bien de tópicos y de ataques a nuestra tierra. Ya no es hora de pedir respeto es hora de apelar a la dignidad. Y la dignidad en Andalucía la ejercemos sin necesidad de faltarle el respeto a otras regiones. Viva Andalucía.

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