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Un cuarto de siglo para reinventarse

  • El PISA cumple 25 años ocupado al 95%, pese a la crisis, con 700 empresas que suman 10.000 trabajadores Su reto es asemejarse ahora a los campus tecnológicos de EEUU y Europa

Puede que muchos de los que conocen hoy Mairena del Aljarafe sin más referencias -la quinta población de Sevilla con 43.000 habitantes, la primera del Aljarafe, reserva empresarial metropolitana- se sorprendan de que en los años 80 fuera tan distinta. Con 13.000 vecinos, estaba alejada del peso de Camas o San Juan. Dependía del olivar y, según Valeriano Ruiz, alcalde entonces, el cierre de una de las industrias de aceituna habría provocado una "catástrofe social". En las diferencias con el presente tiene que ver el boom inmobiliario pero, sobre todo, el salto cualitativo que supusieron dos proyectos: Ciudad Expo -el complejo en el que se alojó el personal de la Expo 92- y la puesta en marcha en 1988 del Parque Industrial de Servicios del Aljarafe, el PISA, de cuyo arranque se cumplen 25 años.

La iniciativa, según se recoge en un libro editado con motivo del aniversario, partió del entonces alcalde socialista, el catedrático Valeriano Ruiz, referencia en materia de medio ambiente y energías renovables, y el ingeniero Ramón Iglesias, primer gerente de la sociedad municipal, Sodefesa, que se creó para impulsarlo sobre 50 hectáreas de suelo municipal. Fue el primer polígono -aunque se huye de esa la palabra- sin industrias contaminantes que surgió en Sevilla, en la época en la que estaban surgiendo otros para sacar a las industrias y talleres de los casos urbanos. Pero en este caso, se apostó además por equipamientos, zonas verdes (el 10%), deportivas y sociales y una cuidada estética, con la que se buscaba un entorno agradable para el trabajador y el empresario. Era impensable entonces, el concepto de desarrollo sostenible no surgió hasta 1992, en la Cumbre de Río. También incorporó nuevas tecnologías (tiene red wi-fi y fibra óptica en sus 52 hectáreas). En la comarca, la referencia era El Manchón. Pero contra todo pronóstico, reconoce el propio Valeriano Ruiz vía e-mail desde México, fue bien acogido. Los empresarios llenaron la primera reunión para presentarlo, el 4 de mayo de 1988, a pesar de que llovía y jugaba la selección. También innovó en el modo de gestión de la comunidad de propietarios, que asume la mayoría de servicios básicos, con menos dependencia municipal.

Según el actual presidente de la comunidad, Enrique Barbasán, ese modelo es similar, salvando lo que los años han aportado, al de los modernos campus de nuevas tecnologías de la información de EEUU y Europa, en los que se puede trabajar, desarrollar ideas y proyectos con un portátil en el césped, salir a correr o hacer deporte -una de las empresas de referencia del PISA es el SATO aunque hay más instalaciones deportivas, guarderías y servicios sanitarios- o tomarse un café en el entorno laboral, el modelo de Google, en su sede de Dublín, al que quiere mirar el PISA, que no puede crecer ya en espacio.

En el reto para esta nueva etapa ayuda el que uno de los sectores dominantes, con el comercial, sea el I+D. Siempre estuvo, pero la crisis, está haciendo que edificios mayores estén evolucionando hacia oficinas más pequeñas, en las que se han instalado sociedades de profesores y jóvenes universitarios que desarrollan modelos que venden a otras empresas y facturan cantidades importantes. Hay varios Co-Work, en los que emprendedores comparten gastos y espacio, dos viveros de empresas y un "acelerador" dependiente de Sodefesa. Otras empresas, sin instalaciones industriales al uso, exportan a todo el mundo. Barbasán cree que ello, la crisis y la "marca" ayudarán.

En opinión de Valeriano Ruiz, con el aniversario, el PISA debería "recuperar el sentido que tuvo inicialmente: ambientalmente respetuoso, de pequeño tamaño, evitando la especulación (ahora el mercado está roto, pero durante años fue muy caro) y propiciando la economía distribuida", que está ayudando ahora a que la crisis se esté notando "menos en Mairena que en otros lugares, sobre todo porque no hay grandes empresas que, con su fracaso, están arrastrando a las pequeñas que quedan". El PISA mantiene una ocupación del 95%, con unas de 700 empresas -que sufren eso sí los problemas de financiación para los proyectos de internacionalización-. Hay cerca de 10.000 trabajadores. Ha aumentado la rotación: unos se van, pero llegan otros en busca de seguridad, servicios y la imagen del parque.

El éxito que el PISA tuvo hace un cuarto de siglo ya hizo que las dos primeras fases se vendieran sobre plano y se ocuparan pronto. Hubo problemas de aparcamientos, que se mitigaron en siguientes fases, ya con el boom inmobiliario y lo que conllevó. Con la perspectiva de los años, Ruiz, es crítico con la evolución. Cree que el Ayuntamiento no debía haberse desvinculado tanto del proyecto "para que no se produjeran abusos como los que se han producido", pero reconoce la labor de la comunidad y está "orgulloso" el éxito del modelo.

Durante décadas, cada pueblo que elaboraba PGOU planteaba parques al estilo PISA. Desde la comunidad de propietarios creen que sólo pueden asemejarse el Tecnológico de Málaga y, en sus inicios, Cartuja 93, que también se cerró con controles de acceso. Es un modelo caro. El PISA es uno de los más seguros del país, con toda su superficie cerrada y televigilada. La comunidad cuesta apenas 0,1 euro por metro cuadrado; 50 para una nave de 500. "Lo que sí está muy por encima de la media son los servicios que ofrece la comunidad", dicen. Los principales problemas han sido y son las dificultades para acceder a pie o en bici y los atascos, aunque está cerca del Metro. Un contrasentido de la movilidad urbana sostenible.

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