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DOS HERMANAS

Dos hermanos encerraron a otro varios años en un palomar sin agua y desnudo

  • La Policía libera en Dos Hermanas a un enfermo mental al que sus familiares, que fueron detenidos y están en libertad con cargos, retuvieron para cobrar su pensión de 1.000 euros.

Los policías que entraron en el número 26 de la calle San José de Dos Hermanas la tarde del 17 de diciembre debieron pensar que estaban ante un remake cutre de Seven. No había un tipo inmovilizado durante un año atado a la cama y drogado, pero sí uno completamente desnudo, sucio y desnutrido que no sabía ni hablar y sólo balbuceaba. Vivía en un palomar, en una pequeña torre de apenas tres metros cuadrados donde tenía un colchón en el que dormía. A ella se accedía desde la casa por unas escaleras y un pequeño espacio a cielo abierto. Éste era, desde hace al menos seis años, el mundo de Carlos, de 59 años y enfermo mental, conocido popularmente en Dos Hermanas como Pataslargas, por su peculiar manera de caminar. 

 

Junto a él, como en la película de David Fincher, había botellas en las que se acumulaba su orina y cubos con sus heces. Carlos vivía retenido en condiciones infrahumanas en la antigua casa de la familia, propiedad ahora de su hermano Guillermo, de 76 años y con serios problemas de alcoholismo. Otra hermana, de 61, vecina de la calle La Francesa, también en pleno centro de Dos Hermanas, era la que se encargaba de cobrar la pensión de incapacidad de Carlos, próxima a los 1.000 euros al mes, y atender (valga el eufemismo) a su hermano pequeño.

 

La tarde del 17 de diciembre, Guillermo, que llevaba bebiendo desde por la mañana, se cayó en la calle Lope de Vega, a escasos metros de la puerta del bar La Cañada, el más cercano a su casa. Se levantó y quiso entrar en el establecimiento, pero volvió a perder el equilibrio al no acertar al empujar la puerta de entrada. Iba completamente borracho y quería pedir otra copa. 

 

Los parroquianos del bar lo sacaron a la calle y trataron de convencerle para que se fuera a casa. Guillermo se puso violento, como cuentan los vecinos que hacía cada vez que bebía, es decir, casi a diario. "Usted me habla con respeto, ¡eh!", le soltó a un hombre que le atendió, le dijo que nadie le iba a servir una copa más, y lo sentó después en una silla del bar. Una vez ahí, se calmó y les explicó con total naturalidad que él era "un extraterrestre" y que lo estaban esperando los suyos en el Arenal, una plaza situada a unos 500 metros del bar.

 

Viendo que no se podía tener en pie, y temiendo que intentara provocar un altercado en el local, los clientes del bar llamaron al 091. Dos agentes de la Policía Nacional acudieron a la llamada. Tras comprobar el estado del hombre, lo trasladaron a su casa de la calle San José, la misma en la que el 28 de febrero de 2013 un esquizofrénico llamado Luis Miguel Briz Torrico mató a cuchilladas a sus padres, Donato Briz y Ángela Torrico, y a su hermana, Inmaculada. Aquel triple parricidio ocurrió en el número 10. Guillermo vive en el 26, a menos de cien metros de distancia.

 

Nada más entrar en la casa, a los policías les llamó la atención que había una puerta que estaba cerrada con una cadena tipo pitón y un candado. Le preguntaron a Guillermo qué había ahí detrás y éste respondió que ahí tenía a su hermano, enfermo mental al que mantenía aislado por su propia seguridad. Al menos se trata de la excusa que alegó ante los agentes. En la casa también estaba en ese momento la hermana, que les dijo a los policías que ella se encargaba de procurarle a sus hermanos alimentos, higiene y medicamentos. La mujer explicó también que era ella la que administraba la pensión de Carlos, de unos 1.000 euros.

 

Los agentes pidieron a ambos que abrieran la puerta para comprobar el estado en el que se encontraba el hermano pequeño. Una vez la atravesaron, encontraron otra puerta con una traviesa de madera encajada que impedía el paso. Tras franquear esta segunda puerta, los policías se encontraron con una escalera ruinosa y estrecha que ascendía a una especie de palomar, según relata la nota de prensa emitida ayer por la Jefatura Superior de Policía. Al entrar en este cuartucho sin techo, de unos tres metros cuadrados, encontraron a un hombre completamente desnudo, tumbado en un colchón. Su estado de salud e higiene, añade la nota policial, era lamentable y las condiciones del lugar eran completamente insalubres, con botellas y cubos donde hacía sus necesidades básicas, sin acceso a agua corriente ni a un aseo. En la estancia apenas había muebles, más allá de un mugriento ventilador y una vieja mesita.

 

Los policías solicitaron inmediatamente una ambulancia para que atendiera a la víctima y detuvieron a los dos hermanos mayores. A ambos se les imputan tres delitos: contra la integridad moral, malos tratos en el ámbito familiar y detención ilegal. Un equipo del servicio de emergencias sanitarias 061 se acercó a la vivienda a comprobar el estado de Carlos. La ambulancia los trasladó a este hombre hasta el Hospital Nuestra Señora de Valme, donde quedó ingresado y donde permanece a la espera de que pueda ser dado de alta y trasladado a algún centro especializado donde pueda ser atendido de manera correcta. Los médicos continúan haciendo pruebas para diagnosticar con precisión la enfermedad que padece.

 

En una primera consulta con la ficha del paciente, los facultativos explicaron a la Policía que no consta ninguna asistencia sanitaria ni visita a ningún médico desde el año 1996. La Policía no ha podido acreditar cuánto tiempo llevaba este hombre sin salir de la casa, aunque se estiman que pueden ser al menos seis años. Así lo acreditan los testimonios de algunos vecinos, que aseguraron ayer a este periódico que no ven a Carlos en la calle desde finales de la década pasada. 

 

Algunos pensaban que estaba en algún centro o residencia. Otros sí sabían que estaba en la casa, aunque no sospechaban las condiciones extremas en las que vivía. "Sí sabíamos que estaba ahí, porque el hermano, cada vez que se iba, le hablaba desde la puerta. 'Carlitos, que me voy, pórtate bien', le decía", explica una mujer que reside en una vivienda cercana. Desde la azotea de una casa próxima puede incluso observarse el palomar en el que se encontraba el enfermo. 

 

Ningún vecino, sin embargo, vio nada extraño ni comunicó nada a la Policía o a otras autoridades en todo este tiempo. Seguramente a este silencio haya contribuido el carácter agresivo del hermano mayor, del que cuentan que se encaraba con facilidad con el primero que le recriminara algo y era especialmente desagradable cuando bebía. En su historial delictivo figura alguna detención por hurto y otros delitos menores, si bien el último arresto es de hace muchos años. Otros, sencillamente, pensaban que Carlos habría muerto y por eso habían dejado de verlo.

 

Todos se acuerdan de Carlos, el Pataslargas. "Es deficiente. Rebuscaba mucho en la basura. Era habitual verle por aquí". Cuenta otra vecina que la última vez que se le vio en la calle fue una ocasión en la que estaba buscando algo en un contenedor y apareció un coche de la Policía. Carlos huyó despavorido y se refugió en la casa, de la que no salió hasta que el pasado 17 de diciembre fue liberado por la Policía. 

 

En los últimos días la casa ha sido limpiada por un grupo de familiares. Ayer nadie quiso abrir la puerta a ninguno de los informadores que se dieron cita ante ella. Incluso quienes todavía limpiaban, a primera hora de la mañana y nada más trascender la noticia, negaron que esta historia espeluznante hubiera ocurrido en aquel edificio. "Varias cubas han sacado ya, llenas de basura y de cosas que no valen". Entre ellas, una colección de animales disecados por Guillermo, taxidermista aficionado. "Había perros, gatos, pájaros...".

 

Los dos hermanos detenidos fueron puestos a disposición judicial tras su detención, practicada por el Grupo de Atención a la Familia y la Brigada de Seguridad Ciudadana de la comisaría de la Policía Nacional de Dos Hermanas. El juez encargado del caso decretó la puesta en libertad con cargos de ambos. Su hermano pequeño, la víctima, permanece hospitalizado.

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