El pueblo donde se activó la leyenda de 'la Bomba'
Aznalcázar
Deporte. Los abuelos y los tíos paternos del capitán de la Selección Nacional de Baloncesto Juan Carlos Navarro son de la localidad aznalcazareña.
Semifinales del Eurobasket 2011. Nadie podía pensar que Macedonia, la revelación del campeonato, iba a darle tantos quebraderos de cabeza a España. A falta de pocos minutos para el final, un solo jugador calma los ánimos de una nación enfervorizada con un triple a una pierna y con un defensor pegado. Ése es Juan Carlos Navarro, "un artista del balón", como le define su tío Justo, que a sus 81 años de edad es cronista de la villa y tiene la memoria fresca como una lechuga para recordar los veranos inolvidables que la Bomba ha vivido en Aznalcázar, localidad natal de sus abuelos, Justo y Juana, y de su padre, Ricardo.
Al campeón del mundo de baloncesto, un hombre tranquilo y de pocas palabras, le gusta especialmente las reuniones familiares que, tradicionalmente con la fresquita, se han desarrollado en los Pinares de Aznalcázar y en la zona del Vado del Quema. "Él viene aquí desde que tenía tres años. Y ya de mayor viene con su mujer, Vanesa, y sus dos hijas, que disfrutan mucho de esto. Cada vez que está por aquí, se forma una fila de gente que quiere saludarlo y retratarse con él", cuenta Justo, que añade que Juanqui devuelve el cariño repartiendo balones y camisetas de basket para los aznalcazareños. "Siempre viene cargado. Aquí viene a descansar, aunque no le dejen dormir la siesta, y tiene muy buenos amigos", subraya su tío Justo, que hace un esfuerzo por ver baloncesto cuando juega su sobrino, porque él es más de fútbol. De hecho, fue fundador del primer club de balompié del municipio y jugó de portero a mediados del siglo XX. La Bomba aprecia mucho Aznalcázar, hasta el punto de considerar la Hacienda Olontigi, ubicada en la calle Ventorro, "uno de los mejores hoteles en los que ha estado".
Otra de las cosas que hace siempre Juan Carlos cuando visita Aznalcázar es saborear un buen plato de sardinas asadas a la brasa y comer dulces típicos como las torrijas, los roscos y el hojaldre. "La cocina andaluza le gusta con locura. Mi sobrino es andaluz puro, pero tiene en Barcelona sus amistades y sus cosas", admite el cronista octogenario. En el año 2004, la alcaldesa de la localidad, Antonia Ginés, le hizo un homenaje y le entregó una placa del club deportivo local, un cuadro con el escudo del pueblo y dos libros. Navarro dijo aquel día: "Estoy muy orgulloso de este premio, pero no creo que haya hecho méritos para esto". Todavía le faltaba por ganar un Mundial (2006), dos Eurobaskets (2009 y 2011) y dos platas olímpicas (2008 y 2012), sin contar los títulos con el FC Barcelona, pero esa humildad expresada por la Bomba es marca de la casa. "Mi gente es muy sencilla. El defecto que tiene la verdad es que tarda en salir a la luz. El no tragarse una píldora tiene sus consecuencias", apostilla Justo. Así, los aznalcazareños presumen orgullosos de tener un hijo adoptivo cerebral y colosal.
No hay comentarios