La entrevista con Raúl Castilla tiene lugar una semana antes de que Sanlúcar fuera noticia por un nuevo crimen machista. Es su segunda etapa como regidor. Ya lo fue de 2010 a 2011, tras la muerte de Juan Escámez. Tras un pacto entre el PP y Alternativa por Sanlúcar que dejó al PSOE fuera del gobierno los últimos cuatro años, una nueva configuración de fuerzas le permite gobernar en minoría. Tiene 36 años y es edil desde 2007.

-Gobernando en minoría, ¿qué teme más: la moción de censura o una oposición que frene la acción del gobierno municipal?

-Que la oposición bloquee asuntos generales, lo que perjudicaría no al gobierno sino a los vecinos. Espero que haya voluntad de que las cosas salgan y que el gobierno tenga capacidad para llegar a acuerdos de ciudad, que esto no se pare.

-¿Las elecciones generales pueden cambiar las cosas, que haya acuerdos que no se han dado?

-El cambio es importante porque se necesita un gobierno en Madrid que hable el mismo idioma. La Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local pone en peligro servicios sociales que deben prestar los ayuntamientos y obras como la de la residencia de mayores municipal; nos ponen reparos hasta por comprar la comida porque dice que es una competencia impropia. Y es importante para que se le dé otro rumbo a las energías renovables. La paralización de las ayudas y la inseguridad jurídica han hecho que se paren proyectos en la planta de Abengoa y en el parque tecnológico.

-Al margen de eso, ¿se ha notado la situación de Abengoa en el empleo en la planta?

-Tiene que ver todo. Abengoa ha paralizado inversión, pero desde que salió el decreto. Actualmente tenemos la certeza de que la inversión no se va a deslocalizar, lo que se tiene que dar es la seguridad jurídica para que siga la inversión, se generen empleos y más ingresos municipales.

-Es un reto de todos los alcaldes y también se lo he oído: su prioridad es crear empleo. ¿Cómo?

-Es una de nuestras principales tareas. Sanlúcar tiene una clara vocación en el sector servicios, al que seguiremos apoyando. Tenemos recursos ambientales y patrimoniales, incluso de turismo tecnológico. Hemos creando una mesa con todos los actores para buscar estrategias, pero ese sector concentra casi en un 60% de la tasa de paro. El entorno de todo el Corredor Verde también necesita un discurso industrial. Desde Aznalcóllar, con la mina y el PAMA, hasta la plataforma Solúcar y el parque tecnológico Soland. Puede convertirse en referente de energías y economía verde si cooperamos. Podemos atraer a esa nueva industria respetuosa con el entorno y ser una referencia en ese sentido. El Soland Center tiene cien investigadores que exportan conocimiento. Lo que queremos es que si se tiene que producir ese conocimiento sea en Sanlúcar. Es una estrategia a largo plazo. También tenemos claro que la educación es vital para cambiar el modelo productivo. Vamos a crear una mesa en el consejo escolar como eje para que la educación se aborde desde un pacto de ciudad, con los agentes sociales. Se trata de adecuar nuestro modelo a lo que se necesita y hacia donde vamos. Por ejemplo, la plataforma Solúcar es referente, pero en Sanlúcar no hay un módulo para formar a jóvenes en ese campo. También queremos que la Junta nos autorice una Escuela Oficial de Idiomas y un centro de formación comarcales. Se trata de construir una ciudad desde la base, sin olvidar el día a día, apoyando al comercio y a los parques que sustentan el empleo local.

-¿Hay poca gente de Sanlúcar trabajando en la planta?

-Hay gente, pero no toda la que desearíamos. Fueron más en la construcción, con puntas importantísimas, teníamos bares, restaurantes y hoteles con mucha actividad.

-¿Contestó Juan Espadas a su petición de incluir a Sanlúcar en esa estrategia metropolitana para captar inversiones?

-Sí, vamos a participar en el proyecto. El encaje de ese discurso industrial tendrá que hacerse dentro de esa Sevilla metropolitana, especializada por territorios, donde no compitamos, sino que seamos capaces de cooperar para que se genere más desarrollo económico, más empleo y más empresas.

-Hábleme del Ayuntamiento que se ha encontrado, de lo más urgente que han tenido que abordar.

-Lo más urgente han sido las personas. Entre las primeras medidas, dimos continuidad en verano al plan Siga de la Junta, de refuerzo de la alimentación infantil, cuando cierran los comedores escolares, y lo estudiamos para la Navidad, con un catering, sin señalar a los niños; abordamos las ayudas para el material escolar y el bono de alimentos, con más partidas; vamos firmar un acuerdo con las compañías de luz para evitar cortes, que se paralizarán cuando intervenga los Servicios Sociales, hasta que, tras el informe, se ayude a pagar. Con Aljarafesa es más fácil al ser empresa pública. Hemos trabajado en la reforma de las ordenanzas fiscales, en la línea que se ha aprobado, y para solventar las obras en la residencia, y hemos puesto énfasis en la transparencia. En el presupuesto de 2016 queremos incluir un plan de empleo con fondos propios y complementar los de otras administraciones. A diferencia de antes, se regulará con con bolsas de empleo, para que el reparto sea justo, equitativo y transparente.

-¿Hay problemas con la deuda?

-En materia de economía y como medida de transparencia, trimestralmente estamos publicando el acta de arqueo, con el dinero que hay. Pero Sanlúcar nunca ha estado en la UVI, aunque se haya pasado mal, porque hace tiempo se tomó la decisión de no vivir ni hacer fiestas del urbanismo y en esa línea seguiremos con el PGOU, que queremos aprobar inicialmente en el primer semestre de 2016, también como un acuerdo de ciudad. Ya hay una aprobación inicial que se está adecuando, pero preferimos tener algo sobre lo que poder trabajar. Va a ser respetuoso con el medio ambiente y para crecer de manera armonizada.

-¿Qué hará con el ecocentro, un proyecto señero del anterior gobierno con el que discrepaba?

-Está hecho al 50%, lo que está habilitado se va a poner en carga: el bar, que hará las funciones de caseta municipal, cuya gestión queremos licitar, y la sala de estudio que es fundamental. También queda una sala diáfana que queremos usar para dar sitio a colectivos y asociaciones. La sala de cine se quedará en bruto y cerrada por ahora, como la bolera.

-Le veo menos crítico que antes. ¿Hay que llevarse bien con el grupo lo impulsó el proyecto?

-La verdad es que sí, aunque seguimos discrepando en los usos que planteaba. Antes hay que terminar de construir. Me he comprometido a que esos usos se decidan con participación ciudadana y que respondan al interés general, en otra fase.