Luis Eduardo Andrades: “La inmensa mayoría de los chilenos fueron leales al Rey”

Luis Eduardo Andrades | Investigador y profesor universitario

Experto en Historia de las Instituciones y Derecho Indiano, actualmente reside en Sevilla gracias a un año sabático

Investiga en el Archivo de Indias sobre los chilenos de la diáspora tras la independencia Rafael Sánchez Saus: “Las dos Españas nacieron con la Constitución de 1812” Cristina Moya: “Las mujeres escritoras de la Edad Media fueron o monjas o viudas”

Luis Eduardo Andrades, en el Pabellón Real de la Plaza de América.
Luis Eduardo Andrades, en el Pabellón Real de la Plaza de América. / Juan Carlos Vázquez

Despreciando el calor del medio día sevillano, Luis Eduardo Andrades Rivas (Concepción, Chile, 1967) llega a la cita impecablemente vestido, con terno, corbata y un festivo pañuelo de seda generosamente abullonado. No hay la menor duda de que estamos ante un caballero austral que presume de sus gotas de sangre indígena y de sus antepasados que murieron defendiendo al Rey en las guerras americanas de emancipación. Este profesor universitario e investigador chileno reside actualmente en el sevillano barrio de Santa Cruz gracias a un año sabático que le está permitiendo investigar en el Archivo de Indias sobre los chilenos que fueron leales a la Corona y abandonaron aquellas tierras cuando se independizaron. Es Doctor en Derecho y su currículum no deja dudas de que estamos ante alguien que tiene mucho que decir: fue abogado en la Corte Suprema de Chile y se ha especializado en materias como la historia de las instituciones políticas o el derecho indiano, del cual es un decidido defensor. Monárquico en un continente plenamente republicano, siempre que nombra un monarca español que llegó a reinar en Chile añade la letanía “nuestro señor”.

Pregunta.–¿Qué hace un profesor chileno en Sevilla?

Respuesta.–Viví en Sevilla durante ocho meses, a los 22 años, cuando trabajé en el Pabellón de Chile de la Expo 92. Estaba recién recibido de abogado. Teníamos un témpano de hielo dentro del pabellón y la temperatura era de tres grados. Luego salíamos a la calle y hacía un calor de cuarenta y dos grados. Me resfrié siete veces. Agotamos las reservas de paracetamol de Sevilla. Pese a esto, me enamoré de la ciudad y he regresado muchas veces. Desde hace años planifiqué el tomar un año sabático y venir a investigar al Archivo de Indias.

P.–Los sevillanos presumimos mucho de que Sevilla es una ciudad americana. ¿Verdadero o falso?

R.–No tengo ninguna duda. Se nota en esos barrios en los que a uno le parece estar en zonas de Cartagena de Indias, Guadalajara de México, Quito, el Cuzco o Lima. Aunque yo soy chileno y, por tanto, provengo de un reino que fue de los más pobres de la Monarquía Hispánica y los monumentos se caían por los terremotos. En Sevilla vemos el modelo del que se tomó una parte importante de la tradición cultural y artística de Hispanoamérica.

P.–Y el seseo...

R.–Aquí tiene usted un ejemplo. Vengo de una familia de huasos chilenos. Los huasos son la gente de campo, como el gaucho argentino o el llanero venezolano. En un 85% el huaso es andaluz y, aproximadamente, un 65% es sevillano. El país fue fundado por Pedro de Valdivia, que era extremeño, pero el chileno profundo es sevillano. Cuando escucho hablar a gente del campo sevillano me parece que está hablando mi abuelo.

Cuando escucho hablar a gente del campo sevillano me parece que está hablando mi abuelo

P.–Antes se ha referido a Chile como reino, pero que yo recuerde aquello era la Capitanía General de Chile.

R.–Hasta el siglo XIX la expresión habitual en Chile era la de reino. Capitanía General fue un término administrativo militar y político del siglo XVIII que se usó a partir de Carlos III, nuestro señor. Pero los chilenos siempre nos referíamos al país como reino. Después de la independencia, que fue un proceso artificial, la gente continuaba hablando de “este reino”. Y eso que habían pasado sesenta años de la destrucción de la Monarquía Hispánica.

P.–¿Qué está investigando en el Archivo de Indias?

R.–Estoy contando la historia de los chilenos que fueron fieles al Rey, los que no querían la secesión. Y ahora, concretamente, estoy investigando sobre los chilenos de la diáspora, los que se fueron tras la independencia para nunca volver. Aquí cerca está la estatua del arquitecto sevillano Aníbal González. Gran parte de sus antepasados fueron chilenos.

P.–¿Quiénes fueron esos chilenos que permanecieron fieles al Rey?

R.–La inmensa mayoría social de los chilenos eran realistas, fueron leales al Rey. Lo consideraban como una realidad indiscutible, solo por debajo de Dios. Daba igual quien fuera. No se entendía el concepto de república. La idea de la independencia surgió en círculos muy reducidos, pero muy organizados, con líderes, fundamentalmente comerciantes enriquecidos, algunos de los cuales habían comprado títulos de nobleza. En la batalla de Maipú solo participaron 19 peninsulares, y varios de ellos lo hicieron en el bando de los independentistas, porque eran liberales.

P.–¿Y quiénes componían las tropas realistas?

R.–Chilenos, principalmente del sur, del archipiélago de Chiloé, la Nueva Galicia, de Concepción y de Valdivia. Cinco mil chilenos, entre los cuales había algunos antepasados míos, ofrecieron su vida para defender al Rey. Aquellas fueron guerras civiles entre americanos, la presencia de peninsulares fue ínfima. En la batalla de Ayacucho, la guardia personal del virrey Laserna eran 300 chilotes, es decir, chilenos. No confiaba en nadie más.

Cuento la historia de los chilenos que fueron fieles al Rey, los que no querían la secesión

P.–Uno de los mitos contra los que usted ha luchado es que España dejó un Chile muy pobre culturalmente.

R.–Las universidades americanas fueron creadas a partir de la de Santo Domingo, en la primera mitad del siglo XVI. Dos siglos antes que Harvard. Todo el sistema universitario, que era gratuito, más los colegios para naturales (indígenas), fueron establecidos por la Corona a lo largo de 300 años. Si la Corona hubiese querido mantener a la gente en estado de ignorancia todo esto no hubiese existido. Chile tuvo más de cuatro universidades, la última la Real de San Felipe, fundada por Felipe V. La labor civilizadora y cultural de la Monarquía Hispánica, de la Sociedad Hispánica, es indiscutible.

P.–¿Qué le pareció la exigencia de México a la Corona de España para que pida perdón por lo que ellos llaman la colonización?

R.–En algunos países de América la leyenda negra goza de buena salud. Esta solo puede difundirse basándose en la ignorancia de la gente de la labor civilizadora de España en el mundo. México es una tierra bendita y hermosa, pero con políticos ignorantes y prepotentes, y la actual presidente, Claudia Sheinbaum, es buena prueba de ello, al igual que su predecesor López Obrador, cuyos abuelos eran todos españoles. No tiene ni una sola gota indígena en las venas. Estas ideas están muy vigentes en México, pero no en toda América.

P.–¿Dónde está el oro de las Indias?

R.–En los altares de una iglesia en Quito, en el altar de la Virgen Negra de Panamá... Aparte del quinto real (el 20% a lo que tenía derecho el Rey) la mayoría de lo que se producía se quedaba en América. Tenga en cuenta que algunas de las ciudades más grandes del mundo en el periodo de la Monarquía Hispánica estaban en América. México tenía 160.000 habitantes y Lima 120.000, lo que para aquella época era mucho. Lo que hizo la Monarquía en América fue fundar una sociedad nueva.

P.–Parece usted monárquico...

–Somos unos diez monárquicos en Chile, por lo que no somos peligrosos. Además, no estamos de acuerdo en quién debe reinar. Yo soy austracista, pero hay otros partidarios de lo Borbones. Mi familia fue dos veces destruida por la república de Chile. Como dije antes, dos de mis tíos pelearon en la batalla de Maipú defendiendo al Rey. Aceptamos la república como plan B. Por eso, siempre que nombro a los reyes del pasado añado el “nuestro señor”. No a partir de Isabel II, que nunca reinó en Chile.

La labor civilizadora de la Monarquía Hispánica es indiscutible

P.–¿Quiénes comprendieron mejor la realidad americana, los Habsburgo o los Borbones?

R.–Los Habsburgo, no hay duda. Ellos crearon algo muy notable: una sociedad autonómica federativa antes de que este modelo existiese en otras partes del mundo. Nosotros asociamos el Estado federal con EEUU, pero quienes lo crearon de verdad fueron Carlos V y Felipe II. ¿Por qué? Porque las distancias en la primera sociedad transcontinental que hubo en el mundo eran tan grandes que para que llegase a Madrid la noticia de que había muerto el obispo de Concepción podían pasar ocho meses. Era imposible pretender centralizarlo todo. Por eso debían delegar en los virreyes y gobernadores. Ese modelo casaba mucho con la idiosincrasia de los americanos, que al igual que los europeos somos muy diferentes entre nosotros. Esto lo comprendió muy bien la Monarquía, como ya había hecho con sus posesiones europeas, como las italianas.

P.–¿Y los Borbones?

R.–El absolutismo centralista de la casa de Borbón, que era una idea de Richelieu, nunca fue del todo aceptada en España y menos en América. Las élites americanas se las arreglaron para copar todos los espacios de poder. Eran ellos los que gobernaban en América. El Rey estaba a miles de kilómetros de distancia. Cuando arrancó la independencia de Chile todos los cargos de autoridad estaba en manos de chilenos: el gobernador, cuatro de los cinco oidores de la Audiencia (el único peninsular estaba casado con una chilena), las autoridades militares, los obispos...

P.–El derecho indiano fue una de las aportaciones españolas a la historia de la civilización, pero siempre se dice que verdaderamente no se aplicó, que fue papel mojado.

R.–No solo se aplicó, sino que se convirtió en un elemento que acompañó a las sociedades americanas desde las Leyes de Toro de 1505, que luego fueron complementadas por las Leyes Nuevas y que protegían a los indígenas. Este derecho se aplicó en toda América y dio origen a una serie de costumbres que se impusieron antes que en Europa, como los contratos de trabajo, que se llamaban asientos. O instituciones propias de sistemas de previsión social, como las cajas de indios, con las que se daban salud y pensiones a los trabajadores. Había una cantidad enorme de hospitales o de hogares para niños que quedaban abandonados. En el siglo XIX se impuso el ideario liberal. O’Higgins, el llamado padre de la patria chilena, abolió las leyes protectoras de los indígenas, incluyendo el abogado gratuito al que tenían derecho.

P.–Con la independencia el indio quedó desprotegido.

R.–Mire la cédula de Isabel, nuestra señora: “cásense los españoles con las indias, y las españolas con los indios, porque crearán un pueblo nuevo que es sobre el cual vamos a reinar”. Es una visión modernísima.

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