Elche - Betis | La crónica

El Betis de Pellegrini reduce marcha

  • Los verdiblancos sacan de Elche un empate que les sabe a poco para acabar quintos

  • Borja Iglesias se lesionó en el penalti que luego transformó y Juanmi malogró una contra ideal en el minuto 91

Borja Iglesias tranforma el penalti en Elche.

Borja Iglesias tranforma el penalti en Elche. / Manuel Lorenzo (Efe)

A diferencia de lo que sucedió en Cádiz, en un partido muy parecido, Juanmi malogró la ocasión de darle la victoria al Betis en una postrera acción en Elche. Y punto. O puntito, más bien, lo que cosechó el equipo de Manuel Pellegrini si se contextualiza el empate a uno en el Martínez Valero con las aspiraciones ya asumidas de los béticos de aquí al 22 de mayo: acabar quintos y obtener el billete para la próxima edición de la Europa League, cuya final, no se olvide, será en Sevilla.

El punto supo a poco porque el Betis se puso por delante muy pronto, al filo del cuarto de hora, con un penalti que volvió a transformar Borja Iglesias con un golpeo imposible para ese buen portero que es Édgar Badía. Fuerte y arriba. Canales desaprovechó pasada la media hora un contragolpe meridiano para poner el 0-2 y dejar muy tocado al Elche, y su fallo tuvo el agravante de que poco después, en el minuto 33, Tete Morente volvió a explotar las limitaciones defensivas de Álex Moreno –Guido tampoco fue Guido en esa acción– y dio medio gol a Pere Milla, que fusiló de cerca a un vendido Claudio Bravo.

Parecía que el partido estaba para el Betis, pero de repente, todo se torció. Y se había torcido antes del empate. Concretamente, en la acción del penalti a Borja Iglesias, claro y al que sólo hizo menos claro la revisión del VAR buscando no se sabe qué. William Carvalho, en su única acción positiva en el partido, hizo un túnel con calidad en el área, alargó la pierna para tocar luego la pelota y originó un inesperado fuego en la zaga ilicitana. Fue a buscar Borja la pelota, que parecía que se perdería por la línea de fondo junto al poste derecho de Édgar, pero Verdú, en su impulso defensivo, se tiró al suelo y golpeó al delantero bético, que se estrelló con violencia contra la cepa del poste. Con una herida abierta que luego requirió seis puntos de sutura en la cresta ilíaca derecha, el ariete gallego marcó con maestría la pena máxima. Pero se tuvo que ir del partido con la llaga sangrándole trece minutos después de poner 0-1 a los suyos.

Por el Panda entró Juanmi, pero esta vez el astuto rematador malagueño falló la que siempre tiene. Y fue especialmente doloroso, ya que la tuvo en el minuto 91, uno antes de que el cántabro Cordero Vega diera los tres pitidos finales. El Elche botó un córner desde la derecha, el rechace le cayó a Fekir, éste adelantó a Joaquín, el portuense abrió a la izquierda a Juanmi antes de que nadie cortara ese pase y, de repente, el Betis se encontró con la victoria a tiro. Dos iban al remate al segundo palo, Loren y Emerson. Sólo un ilicitano se replegaba, inerme y resignado. Pero Juanmi dibujó un pase cerradísimo, errático, a las manos de Édgar. Fran Escribá estalló contra los suyos por la concesión poco antes de resoplar aliviado.

Esa acción final puede llegar a sugerir que el aire no sopla tan fuerte de cola para los béticos como antes del parón. Habrá que confirmarlo ante Atlético, Valencia, Athletic, los inminentes rivales en su cerrado pulso con Villarreal (empatado a 46 puntos) y la Real Sociedad (45 en espera de recibir al Athletic el miércoles) por acabar quintos. Pero lo cierto es que el Betis redujo marcha en Elche. Que Guido, Canales y Fekir, parte fundamental de su conlumna, ofrecieron un gris rendimiento y que esta vez los cambios de Pellegrini, concretados en Juanmi, Loren y Joaquín, no surtieron el efecto de otras ocasiones. Como en los parones de octubre o noviembre, los heliopolitanos volvieron a medio gas.

El preparador chileno tiró de William Carvalho para cubrir la ausencia de Guardado, la pieza predilecta del entrenador chileno para acompañar a Guido Rodríguez en la zona ancha. Y tener al internacional portugués es ganar en ataque tanto como perder en la resta. Se vio de forma palmaria en la extraña primera parte que aconteció en el Martínez Valero.

William se fabricó la jugada del penalti que le puso todo de cara al Betis, pero también fue invitando al Elche a igualar las fuerzas en la medular hasta volcarse definitivamente hacia el área de Claudio Bravo en el tramo final de la primera parte. Su tibio ritmo y su impericia en las disputas y balones divididos metió poco a poco a los ilicitanos en el partido. Y pudo ser peor si el árbitro cántabro, Cordero Vega, es más severo en una entrada del luso a Pere Milla (41’) cuando el bético ya estaba amonestado.

El Betis, que pudo ponerse 0-2 perfectamente, por poco ve cómo se va al intermedio con el partido bien cuesta arriba. Las singularidades de este deporte que tanto tiene que ver con su poder de seducción.Los verdiblancos evidenciaron que arriba tienen calidad y pólvora para aspirar a viajar por Europa la temporada que viene. Salió el Elche de Fran Escribá dispuesto a meterle intensidad al partido bajo un 4-4-2, con Pere Milla y Carrillo arriba peleándolo todo, pero en cuanto el Betis robaba y salía, hacía daño.

En una recuperación de Canales, Borja Iglesias chutó alto (4’) y cinco minutos después, Guido Rodríguez cruzó demasiado su chut desde la corona del área. Y antes del penalti, en el mejor ataque de los morados, Canales adelantó a Álex Moreno y éste, desde la línea de fondo, asistió a Ruibal, cuyo remate a quemarropa repelió Édgar Badía.

De ahí hasta la referida contra final de Juanmi, la producción ofensiva del Betis fue muy discreta. El Elche salió respondón del intermedio, pero sus fuerzas no dieron para mucho, Escribá no confía mucho en su banquillo (sólo hizo dos cambios) y la entrada de Loren por William tras el descanso y de Joaquín por Ruibal no solucionaron nada: el marbellí cabeceó desviado un buen centro del portuense (88’) y nada más hasta ese contragolpe malogrado. Tello volvió a seguir esos últimos minutos desde el banquillo a pesar de que a Pellegrini aún le quedaban un par de balas y el Betis necesitaba meter una marcha más. O dos.

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