La versión visitante del Betis de Quique Setién suspendió el examen en Cornellà-El Prat. Un fútbol demasiado previsible, y para el que se había preparado a conciencia el Espanyol, dejó a los atacantes béticos casi inéditos, en el peor partido de la temporada para futbolistas hasta ahora imprescindibles como Guardado, Joaquín o Sanabria, que apenas entraron en juego en las zonas decisivas del campo. Sólo Fabián, con una rosca a la cruceta, y Sergio León, con un disparo cruzado que obligó a una buena estirada de Pau López, estuvieron cerca del gol. Escaso bagaje para un equipo que sí intentó dominar la pelota, pero que no supo reaccionar al tanto de Gerard Moreno, el delantero más eficaz sobre el césped, y que fusiló a Adán en la mejor ocasión espanyolista.

Puede quejarse el cuadro verdiblanco de la posición ligeramente adelantada del delantero cuando recibió el balón de Piatti, tras un desajuste defensivo, pero los verdiblancos ya habían ofrecido síntomas de que no era su noche, con excesivos errores en las entregas y nula profundidad en sus acciones.

Las pizarras, o las tablets en este fútbol 2.0, echaban humo en ambos banquillos. Al fútbol de posesión que pretendieron los verdiblancos –la pelota pasó por Adán hasta en cinco ocasiones en el primer minuto de partido– respondió el Espanyol con una presión alta que trató de incomodar esa salida limpia desde atrás. Fue un duelo de laboratorio, de largas sesiones de vídeo para detectar los puntos débiles del rival, en los que cada equipo trataba de hallar su premio.

Y cada uno lo pudo encontrar al inicio a su manera. El Espanyol, en dos ocasiones. Primero, en un lanzamiento de larga distancia del central Mario Hermoso, que casi sorprendió a Adán desde el centro del campo; después, en un remate de cabeza de Gerard Moreno a un saque de esquina botado por Darder. No consiguieron los de Quique conectar su contragolpe, su mejor arma, con Piatti y Leo Baptistao muy desacertados y con una escasa participación de Jurado en los últimos metros.

El Betis respondió como mejor sabe, con ese tiqui-taca en su propio campo hasta que crea el espacio para avanzar. Fue Barragán, como ya viene siendo habitual, el que aceleró la jugada para que Nahuel llegase a la línea de fondo. El pase atrás del hispano-argentino encontró a Fabián, que se preparó su zurda para enviar una rosca casi perfecta que se estrelló en la cruceta derecha de Pau López.

No hubo mucho más en los primeros 45 minutos. Los de Setién, desgastando a su contricante con largas circulaciones del balón que no llevaban a parte alguna; el Espanyol, incapaz de hilvanar juego o de lanzar su contragolpe, pese a algunas pérdidas béticas en la medular de esas que ponen de los nervios a los entrenadores.

Con la salida de vestuario apareció un Espanyol con una marcha más, con ese pique en su fútbol que se le echó en falta a los verdiblancos, aunque tampoco lo tradujo en ocasiones hasta que la pelota le cayó a Gerard Moreno. El delantero bajó con el pecho el preciso pase de Piatti y fusiló a Adán con un tremendo golpeo con la zurda.

Ahí ya estaba el encuentro como le gusta a los de Quique Sánchez Flores. Cada vez metiéndose más atrás para cerrar los huecos, la defensa espanyolista repelía todas las ofensivas béticas. Movió ficha Setién con las entradas de Sergio León, Boudebouz y Campbell, pero sólo el palmeño, que reclama más minutos, pudo variar el partido con un remate cruzado tras un buen desmarque al espacio.

Tampoco necesitó mucho más el Espanyol. Ni siquiera al contragolpe, con los numerosos espacios que fue dejando el equipo bético, sentenció un duelo que salió como su entrenador lo había diseñado en la pizarra. El 1-0 le bastaba a los espanyolistas para romper su mala racha y bien que lo trabajaron para desconectar al Betis. Era una noche para eficaces y ahí Gerard fue el mejor.