Manuel Pellegrini, El Ingeniero, ya está trazando el bosquejo de su Betis 2020-21. Y sus primeras líneas recibirán cierta inspiración de lo que está percibiendo en estos partidos finales de la temporada. El reputado entrenador chileno ya dejó caer en su presentación del lunes que mejor es acabar la Liga con la sonrisa que dan las victorias. Claro que sí. Nada repara e inyecta más moral y fe que los puntos. Y aunque se presume que su Betis será otro, el esperado recorte presupuestario por el fiasco deportivo va a forzar a los dirigentes heliopolitanos a reducir los cambios de cromos. Pellegrini llega para extraer mucho más fútbol del que extrajo Rubi al grueso de la plantilla. Y es por eso que lo de hoy ante el Deportivo Alavés se tome más como un ilusionante prólogo de la 2020-21 que como un taciturno epílogo de la 2019-20. Es el modo más positivo de verlo. Y por tanto, el más aconsejable.

El dúo Alexis-Merino pondrá y Pellegrini dispondrá. Y el caso es que el cuerpo técnico interino está devolviendo al equipo un aire al menos digno. Ante Osasuna, el equipo verdiblanco salió con la agresividad adecuada a pesar del fortísimo calor y lo encarriló todo muy pronto con el caramelo de Joaquín a la testa de Guido. ¿Que los pamploneses salieron con un equipo circunstancial? Es la moneda común en esta extraña y frenética Liga de once partidos que nos dejó el confinamiento. Arrasate rotó como todos, pero los pamploneses llegaron mirando de reojo a los puestos europeos y se llevaron de Sevilla un concluyente 3-0.Y unos días más tarde, el pasado sábado, llegó la confirmación de la mejoría bética ante todo un equipo de Champions, como es el Atlético de Madrid. Un equipo que está legitimado a soñar con levantar la orejona el próximo agosto en Lisboa.

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El Betis jugó con soltura, sin el mínimo complejo y hasta llegó a tener contra las cuerdas a uno de los equipos más competitivos del momento, que además aún no tenía asegurada su clasificación para la próxima Liga de Campeones. Exhibió el Betis muchas de las virtudes que se le presuponían en verano y que luego ha ofrecido con el cuentagotas, pero también reincidió en los errores que tanto lo han lastrado. Por encima de todos, su fragilidad en la defensa, sobre todo en el balón parado. Y ese gol con el escudo de Diego Costa segó de raíz las expectativasde puntuar y dar un impulso moral al futuro.

El aficionado bético supo esa noche madrileña, al menos, que su equipo se emplea como exige la historia de las trece barras y aunque todo el pescado de la temporada está vendido, jugadores como el centrocampista Guido Rodríguez o el portero Dani Martín, con su juego, se están reivindicando a los ojos de Alexis. Y por supuesto, de Manuel Pellegrini.

El medio argentino está encajando poco a poco en el engranaje y va ganando peso específico en la zona ancha. Seguro que Pellegrini, lamentando además que otras piezas valiosas como Willian carvalho están en la rampa de salida, habrá tomado algún apunte positivo sobre Guido en su libreta al respecto. Hoy no podrá actuar junto a él en la zona ancha Andrés Guardado por sus problemas de isquiotibiales.

Y ese estímulo, el de ir convenciendo al entrenador que acaba de llegar, es el que debe alimentar al equipo que esta noche abroche la decepcionante campaña en el Benito Villamarín, cuyo silencio vendrá a simbolizar la desazón que ha provocado entre la fiel y apasionada parroquia el proyecto que pergeñó López Catalán y su Big Data.

El Deportivo Alavés llega como ese atleta al que ya apenas le responden las piernas en la línea de meta y mira azorado hacia atrás con el justificado temor a ser adelantado. En su caso, suma 36 puntos, cuatro más que Leganés y Mallorca, por lo que una victoria en Heliópolis los va a salvar de la quema.

La afición pepinera y la bermellona confían en que las ganas de agradar a Pellegrini de los Emerson, Bartra, Álex Moreno o Loren compensen la posible relajación por la falta de objetivos deportivos en una temporada que conviene no olvidar para que, de la mano de Pellegrini y seguramente Antonio Cordón, el Betis tome la altura que su dimensión social e institucional demanda. Ya se sabe: quien olvida su historia está condenado a repetirla.