Crónica Betis-Celtic

Remonta tan fácil como los más grandes (4-3)

  • El Betis no se descompone con el cero a dos del Celtic y le da la vuelta al marcador en su debut europeo

  • Los verdiblancos mostraron sus dos caras, pero, afortunadamente, la buena, la ofensiva, acabó imponiéndose

  • El vídeo de la remontada del Betis

Borja Iglesias y Juanmi celebran con rabia el dos a dos tras el pase del gallego al malagueño.

Borja Iglesias y Juanmi celebran con rabia el dos a dos tras el pase del gallego al malagueño. / Antonio Pizarro

Buen arranque del Betis en la Liga Europa. La cara buena de la escuadra de Manuel Pellegrini, la ofensiva, acabó imponiéndose a la faz más desmejorada, la defensiva, para dejar los tres puntos en casa en ese inicio tan verdiblanco contra el Celtic de Glasgow. Y conste rápido en el relato que tiene mucho mérito remontar un cero a dos como lo hizo la tropa del entrenador chileno. No es nada fácil estar dos tantos por debajo en el marcador, incluso que Claudio Bravo evitara el tercero, y reponerse de esa manera para colocarse con un cuatro a dos arriba.

Esa situación del juego tiene un mérito tremendo y conviene ser destacada para darle el valor que se le debe otorgar. Porque el Betis hizo una verdadera exhibición de pegada contra un rival que estaba desarrollando un fútbol perfecto hasta entonces, con toques del balón constantes y sin manosearlo, es decir, el Celtic trataba de buscar siempre a sus puntas para hacerles daño a unos anfitriones que tal vez no se esperaran semejante situación…

Pero una de las grandes virtudes del Betis de Pellegrini es que casi nunca se descompone, que encaja los golpes con entereza y es capaz de reponerse en un abrir y cerrar de ojos. Esta vez no iba a ser menos y después de sufrir casi un escarnio en la primera media hora, con dos goles encajados y unos pocos de sustos más para Claudio Bravo, los hombres que vestían de azul siguieron como si tal cosa, como si nada de eso fuera con ellos.

Avisó a la media hora justa Miranda con un disparo que se estrellaba en el poste y casi sin alardes, sin cambiar de velocidad siquiera, el Betis fue avanzando metros hasta que comenzó a hacerle mucho daño al Celtic en las proximidades de Joe Hart. Ya pudo ser expulsado Soro antes incluso del cero a dos, cuando todo cambió como si simplemente virara el viento en una zona marítima. Miranda recortó en una pared con Fekir que se resolvía por la fe que le ponía el lateral izquierdo de Olivares, primero, y también por la calidad en la definición, después. Pero los heliopolitanos no se detenía ahí y apenas dos minutos después, Borja Iglesias le tira el desmarque a Joaquín, éste le pone un balón perfecto por delante y el gallego, en lugar de cegarse con el remate, otea el horizonte y observa la llegada de Juanmi para qué este marcara a puerta vacía.

Miranda golpea el balón para conseguir el gol que metió al Betis en el partido. Miranda golpea el balón para conseguir el gol que metió al Betis en el partido.

Miranda golpea el balón para conseguir el gol que metió al Betis en el partido. / Antonio Pizarro

Escribirlo así puede parecer hasta sencillo, mas no lo es, en absoluto. No es fácil darle la vuelta a todo con tanta solvencia y el Betis supo hacerlo después de aguantar el chaparrón inicial del Celtic. Ni siquiera volvería a descomponerse ya cuando Ajeti le propinó otro buen susto apenas reanudado el juego. Los béticos siguieron a lo suyo, avisaron a través de Borja Iglesias con un disparo y después el propio delantero gallego se iba a encargar de materializar la remontada, que llega cuando te pones por delante, no en el momento del empate.

Tampoco aparece aquí una mala noticia para los béticos. La furia con la que Borja Iglesias festejaba su gol, incluso después de haberle dado en bandeja el 2-2 a Juanmi, demostraba que el gallego, un hombre que depende mucho de su cabeza, y no sólo para rematar, necesitaba una alegría así para volver a confiar en sí mismo. Su maniobra, por cierto, fue perfecta y halló, además, la complicidad en la calidad del golpeo de Canales. Le mostró el desmarque, el sitio donde iba a llegar y el golpeo de espuela para desviar la pelota a la red fue pura calidad.

El Betis ya estaba por delante, pero ahí sí se convertiría en un torbellino y sólo tres minutos después ya tenía un colchón de dos goles para atisbar el futuro con optimismo. Esta vez fue Juanmi, otro que vive para el gol, quien adivinó un mal despeje en un córner, se acomodó la pelota y empalmó con un disparo cruzado a la red.

Lo más complicado, está claro, estaba ya consumado y el resultadista empedernido que esto suscribe sentía admiración por la capacidad para darle la vuelta a todo que habían demostrado los azules. Sin embargo, y a pesar de que en el acta final se consignaba un 4-3 favorable a los anfitriones, no sería justo dejar pasar la faz más desmejorada. Porque el Betis concedió facilidades al Celtic, demasiadas incluso.

No es normal dejar tantos espacios para las llegadas hasta Claudio Bravo, que fueron demasiadas. El chileno, por mucho que esté para eso, tuvo que salvar goles ante Ajeti y Jota, sobre todo uno que pudo ser el cero a tres, y también vio un poste a bocajarro de Rogic, el mejor jugador del Celtic pese a su apariencia pesada al correr.

Son cuestiones a mejorar, sin duda ninguna, a lo largo del curso, pero es preferible siempre quedarse con lo bueno después de un triunfo y lo fundamental es que el Betis cuenta con pólvora, que ni siquiera necesita volverse loco en su dominio para hacer mucho daño al adversario. Remontó como los grandes equipos, con facilidad incluso, con una calidad tremenda y eso es lo que cuenta para pensar en cosas mayores. De eso se trata en la Liga Europa, uno de los grandes objetivos del curso, y por lo visto en este debut hay motivos para ilusionarse.

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