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El triunfo del Betis sobre el Valladolid tuvo un nombre propio por el encima del resto. El portugués William Carvalho, liberado de ser el ancla del centro campo por la presencia a su lado de Guido Rodríguez, protagonizó una actuación estelar. No fue así en el caso de Fekir, que tuvo un comportamiento más irregular con su tendencia a ser individualista en determinadas jugadas, algo que llegó a exasperar a sus propios compañeros en algún momento concreto. Bartra destacó al dar el paso adelante, mientras que Borja Iglesias sigue con los mismos problemas que en la temporada pasada, al menos de momento.
El centrocampista portugués puede haber hallado por fin su hábitat ideal en este Betis con Pellegrini. El chileno, por fin, se ha dejado de inventos y le ha puesto un medio de contención al lado para que él pueda desarrollar la labor para la que está más capacitado, que es precisamente una mezcla entre la parcela defensiva, donde es fuerte si tiene ayuda, y también para la creatividad a través de su toque de balón y de su ir y venir.
Nadie puede tener ni la más mínima duda de que Fekir es el futbolista más rutilante de la plantilla de este Betis, pero su fútbol se pierde si peca de individualista y en la primera mitad le pasó más de una vez después de transformar de forma magnífica el penalti. Esa tarjeta innecesaria y algún pase al compañero solo que debió llegar mucho antes.
El central catalán gusta de irse al ataque cuando se anticipa a un rival y eso se puso de manifiesto cuando el litigio se dirigía al entretiempo. Hubo una jugada en la que Bartra se anticipó con fuerza y salió lanzado en busca de la portería rival, algo que siempre lo ha caracterizado cuando siente que tiene las espaldas cubiertas con las coberturas.
El gallego ha tenido la titularidad desde el minuto uno, entre otras cosas porque Loren estuvo ausente por su enfermedad y ahora por la posibilidad de que sea finalmente el que salga de la plantilla en busca de esos ingresos necesarios. Pero le sigue faltando convicción o calidad en algunas ocasiones para transformar en algo positivo el trabajo que siempre garantiza arriba. Tuvo un disparo de gol y ni siquiera lo convirtió en ocasión.
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